Amanda Knox regresa a Italia para enfrentar una acusación de difamación en un nuevo juicio que aviva el caso que la marcó hace una década.
Hace diez años, Amanda Knox juró que nunca volvería voluntariamente a Italia, el país donde fue injustamente condenada por el asesinato de la estudiante de intercambio Meredith Kercher tras un caso ferozmente disputado que acaparó titulares internacionales.
Pero la estadounidense de 36 años no solo estaba de regreso en Italia sino en un tribunal esta semana en el último intento de escapar del magnetismo tóxico de una historia que sigue definiéndola.
Esta vez, no era un cargo por asesinato por el que Knox estaba luchando, sino por difamación, su condena final que no fue posteriormente anulada.
Sin embargo, en un nuevo juicio, un tribunal en Florencia la volvió a condenar por difamar al dueño del bar congolés Patrick Lumumba: había culpado del asesinato de Kercher durante su interrogatorio policial en 2007. Knox no tendrá que pasar tiempo en la cárcel, ya que ya cumplió cuatro años, pero sigue siendo un golpe enorme.
Knox lloró cuando se leyó el veredicto en el tribunal y fue consolada por su esposo, el autor Christopher Robinson.
El abogado de Knox dijo que apelarán el veredicto, agregando: 'Amanda está muy molesta.
Esperaba finalmente limpiar su nombre'. Durante el juicio, Knox afirmó que las autoridades la habían presionado durante el interrogatorio, lo que resultó en sus acusaciones contra Lumumba.
'La policía me amenazó con 30 años de prisión, un oficial me dio tres cachetadas diciendo: 'Recuerda, recuerda'', dijo Knox en su testimonio.
Se disculpó por no ser lo suficientemente fuerte como para 'soportar la presión de la policía' y agregó: 'Nunca quise difamar a Patrick.
Él era mi amigo, cuidaba de mí y me consolaba por la pérdida de mi amiga'. Esta nueva condena debe ser especialmente desgarradora para Knox ya que todo el juicio fue por su iniciativa.
Fue porque apeló la condena original por difamación que estaba de vuelta en el tribunal, una vez más enfrentando el sistema judicial italiano.
Pero ¿es esta última batalla legal realmente evidencia de que Knox quiere terminar su asociación con el caso, o que simplemente no puede dejarlo ir?