La Alternativa para Alemania (AfD) se convierte en el primer partido de extrema derecha en ganar una elección regional desde la Segunda Guerra Mundial, afectando la política actual del país.
En una sorprendente vuelta de los acontecimientos políticos, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) está a punto de hacer historia al convertirse en el primer partido de esta índole en ganar una elección regional en Alemania desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Las proyecciones indican que la AfD obtendrá un 33,2 por ciento de los votos en el estado de Turingia, un porcentaje que la coloca muy por delante de los conservadores, quienes solo alcanzarían un 23,6 por ciento, según la cadena ZDF. Este resultado podría otorgar a la AfD un poder sin precedentes, a pesar de que los demás partidos se preparan para excluirla de cualquier rol en el gobierno.
La victoria proyectada de la AfD podría permitirle bloquear decisiones que requieren una mayoría de dos tercios, tales como la designación de jueces y funcionarios de seguridad.
En Turingia, la figura más extrema y controversial de la AfD, Bjoern Hoecke, podría jugar un papel crucial en decidir el futuro de estas decisiones, debilitando así un aparato judicial que ha sido meticulosamente construido a lo largo de varias décadas para controlar y enfrentar la influencia de la extrema derecha.
En el estado vecino de Sajonia, se estima que los conservadores, que han gobernado esta región desde 1990, obtendrán un 31,5 por ciento de los votos, solamente un 1,1 por ciento por delante de la AfD. Michael Kretschmer, premier conservador de Sajonia, celebró los resultados como una victoria y un mandato para formar un nuevo gobierno, atribuyendo la fuerza de la extrema derecha a la fracturada coalición del canciller Olaf Scholz en Berlín.
"Hay una enorme falta de confianza en la política que debe terminar," declaró Kretschmer.
"Necesitamos otro estilo político en Berlín."
A menos de un año de las elecciones nacionales en Alemania, los resultados de estas elecciones regionales son un duro golpe para la coalición de Scholz.
Todos los partidos en el poder han visto caer su apoyo, siendo el SPD el único que logra superar cómodamente el umbral del 5 por ciento necesario para permanecer en el parlamento.
La AfD, con su retórica antiinmigración, parece haber capitalizado un trágico ataque con cuchillo en la ciudad de Solingen, donde se reportó que el agresor era un nacional sirio que residía ilegalmente, lo que generó un debate sobre la responsabilidad de las autoridades en su eventual deportación.
El ascenso de la AfD no solo plantea desafíos inmediatos para la política alemana, sino que también refleja un cambio profundo en el panorama político europeo.
Desde su fundación en 2013, este partido ha ido ganando terreno al capitalizar el descontento popular hacia la política migratoria y la percepción de inseguridad en las ciudades.
La historia de Alemania con el extremismo también es un recordatorio constante de la importancia de la vigilancia en la política democrática.
A medida que el país avanza hacia las próximas elecciones, la pregunta que invita a la reflexión es cuál será el verdadero costo de este ascenso de la extrema derecha y cómo afectará a la cohesión social y política en el país.