Jugadoras de fútbol de todo el mundo se manifiestan en contra del patrocinio de FIFA por parte de Saudi Aramco, resaltando abusos de derechos humanos y preocupaciones ambientales.

Desde que las mujeres comenzaron a practicar deportes organizados, han luchado constantemente por su derecho a competir, por recibir remuneraciones justas, así como por la protección contra abusos y el respeto a sus identidades.

Un nuevo episodio en esta larga lucha ha surgido con la reciente controversia sobre el acuerdo de patrocinio entre FIFA y Saudi Aramco, la compañía de petróleo y gas prácticamente en su totalidad propiedad del gobierno saudita.

Cien jugadoras de fútbol han firmado una carta dirigida al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en la que expresan su oposición al patrocinio de Saudi Aramco en el fútbol femenino.

Esta alianza da lugar a un acuerdo extremadamente lucrativo que abarca los mundiales de fútbol masculino en 2026 y el femenino en 2027. La carta exige a la FIFA que justifique su decisión y que defienda su posición respecto a las violaciones de derechos humanos que suceden en el país del medio oriente, un tema que ha ganado prominencia en la conversación global sobre ética en el deporte.

Entre las firmantes se encuentran Jessie Fleming, capitana del equipo femenino canadiense, y Erin McLeod, una destacada figura del fútbol que ha sido una abanderada en la defensa de derechos para la comunidad LGBTIQ2S+. En la carta, titulada "El patrocinio de Aramco es un desprecio para el fútbol femenino", se destacan las restricciones severas a los derechos de las mujeres y la opresión que enfrentan las comunidades diversas en Arabia Saudita.

Este país criminaliza la actividad sexual entre personas del mismo sexo y limita gravemente la expresión de género para las personas trans.

El desajuste entre los valores de inclusión y diversidad del fútbol femenino y estas prácticas es innegable.

Adicionalmente, el texto menciona la preocupación por el impacto ambiental, ya que Saudi Aramco es uno de los mayores productores de petróleo y el principal emisor de gases de efecto invernadero en el mundo.

La carta apunta: "Este patrocinio es un desastre para el fútbol; FIFA podría al menos rociar el campo con petróleo y prenderle fuego".

Históricamente, los llamados de atención sobre los derechos de las mujeres y la sostenibilidad ambiental han tenido un fuerte eco en el mundo del deporte.

Sin embargo, la carta de las jugadoras señala que todavía hay mucho trabajo por hacer.

A pesar de la valentía mostrada al alzar la voz, su impacto se siente limitado, especialmente considerando que solo dos de las firmantes provienen de países africanos o asiáticos, lo que deja abierta la pregunta sobre la representación global y la inclusión en estos asuntos.

Erin McLeod, en una entrevista, mencionó que no teme expresar su opinión: "Es cuestión de hacer responsables a organizaciones como FIFA. La inclusión no es condicional", afirmó. Este tipo de valentía se requiere para garantizar que el cambio sea efectivo y se mantenga a largo plazo.

Aun así, los desafíos son evidentes.

La crítica a FIFA por parte de otras figuras, como la portera sueca, Hedvig Lindahl, quien cuestionó la falta de enfoque en la violencia en Gaza, pone de manifiesto la complejidad de este tipo de declaraciones en un mundo que necesita urgentemente atención a múltiples crisis.

Es evidente que el vínculo de FIFA con Saudi Aramco debería ser cuestionado.

Las jugadoras están a la vanguardia en esta lucha, devolviendo un sentido de ética y responsabilidad a un entorno que, a menudo, se ve nublado por consideraciones financieras.

La carta concluye con un llamado a la acción que resuena más allá del fútbol: "Al aceptar el patrocinio de Aramco, FIFA está eligiendo el dinero por encima de la seguridad de las mujeres y la salud del planeta, y eso es algo contra lo que como jugadoras nos oponemos en conjunto".

La valentía de esta protesta no solo resalta la necesidad de una mayor responsabilidad ética dentro del deporte, sino que también sirve como un faro de esperanza para las futuras generaciones de atletas y defensores de los derechos humanos en todo el mundo.