La amenaza de una guerra comercial entre EE.UU. y Canadá genera repercusiones en el ámbito deportivo, justo a puertas del Mundial 2026.

El 28 de enero marcó un hito en el calendario deportivo canadiense, con exactamente 500 días restantes para el inicio de la Copa Mundial Masculina de la FIFA 2026, un evento que se desarrollará en conjunto con Estados Unidos y México.
Esta gran cita del fútbol trae consigo un aire de emoción, pero ahora, una nube de incertidumbre se cierne sobre ella debido a las tensiones comerciales entre Canadá y Estados Unidos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó una orden para imponer un arancel del 25% sobre todos los bienes canadienses, lo que desató una ola de indignación en Canadá.
La reacción del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, fue imponer también impuestos sobre los productos estadounidenses. Aunque Trump accedió a congelar los aranceles durante 30 días, la tensión entre ambos países persiste y sus efectos se sienten en diversos sectores, incluido el deportivo.
Estos desencuentros no solo han generado un ambiente hostil, sino que también han revitalizado un sentimiento de nacionalismo entre los canadienses que se refleja incluso en los campos de juego.
Este sentimiento se evidenció recientemente durante un partido de la NHL en Ottawa, donde los aficionados abuchearon el himno nacional estadounidense en una clara manifestación de descontento.
La rivalidad entre Canadá y EE.UU. ha sido histórica en diversos deportes. Los partidos de hockey sobre hielo, en particular, suelen estar cargados de tensión y emociones. La respuesta del público al himno estadounidense durante los eventos deportivos sugiere que no se trata únicamente de un malestar pasajero.
Se espera que la Copa Mundial de la FIFA 2026, donde Toronto y Vancouver serán sedes, enfrente retos significativos en este contexto. ¿Cómo se gestionará el evento en medio de la inestabilidad económica y política? A pesar de que la participación de Canadá en dicho torneo debería ser motivo de celebración, las controversias políticas parecen ensombrecer la gloria deportiva.
El clima actual también podría afectar a los atletas canadienses que juegan en ligas estadounidenses, como la NBA o la NHL. Estrellas como Jamal Murray y Shai Gilgeous-Alexander, que lucen con orgullo la bandera canadiense, se encuentran en un entorno laboral donde la tensión entre sus países de origen y el país en el que trabajan podría complicar su situación profesional.
Desde el punto de vista del consumidor deportivo, los canadienses podrían sentir un fuerte impacto en los precios de boletos y mercancías debido a los aranceles.
Muchos productos deportivos han comenzado a estar sujetos a impuestos adicionales, lo que podría alejar a los aficionados de los eventos y sus productos favoritos.
Con el dólar canadiense alcanzando niveles bajos en dos décadas, la presión sobre los equipos y ligas canadienses se intensificará si la situación no se resuelve pronto.
Los aficionados que asisten regularmente a eventos deportivos son también un grupo que podría verse afectado negativamente por la economía, ya que las decisiones sobre gastos discrecionales pueden cambiar drásticamente en tiempos de crisis.
Con la posibilidad de que las entradas y los equipos deportivos se vuelvan más costosos, los hinchas podrían estar menos dispuestos a apoyar a sus equipos.
Con un panorama incierto y la duda sobre cómo estas tensiones comerciales afectarán el espíritu deportivo entre los dos países, solo el tiempo podrá decir si estas rivalidades se convertirán en una oportunidad para afianzar vínculos o en una barrera que dificultará la colaboración en el deporte.
Históricamente, la relación entre Canadá y EE.UU. en el ámbito deportivo ha sido compleja. Desde la NHL hasta el fútbol, la proximidad geográfica ha permitido una rica interconexión, que ahora está siendo desafiada por decisiones políticas.
La pregunta que queda es: ¿el amor por el deporte será suficiente para superar las tensiones comerciales?