Reflexiones sobre el impacto del atentado de ETA en la sociedad vasca y la memoria colectiva.

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En el contexto del 50 aniversario del trágico atentado perpetrado por ETA en la cafetería Rolando de Madrid, donde perdieron la vida 13 personas y más de 70 resultaron heridas, Alberto Alonso, director del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora, ha compartido importantes reflexiones sobre el significado de este suceso en la historia contemporánea de España y, específicamente, para la sociedad vasca.

El atentado, que tuvo lugar el 11 de marzo de 1977, es uno de los episodios más dolorosos de la violencia de ETA, un grupo que durante décadas llevó a cabo una lucha armada que dejaba un saldo devastador en términos de vidas humanas y sufrimiento.

Este ataque no solo dejó cicatrices físicas en las víctimas directas, sino que también tuvo un profundo impacto en las comunidades y en la memoria colectiva de un país que aún lidia con el legado de esa época tumultuosa.

En su intervención, Alonso destacó la importancia de recordar y honrar a las víctimas, quienes, a pesar de los años, siguen presentes en la memoria de sus seres queridos y de la sociedad en general.

"No podemos permitir que el olvido se apodere de nuestra historia, debemos aprender de ella", afirmó. Su mensaje subraya la relevancia de promover la memoria histórica como un instrumento para la convivencia y la paz en el País Vasco, que ha estado marcada por tensiones políticas y sociales durante tanto tiempo.

Además, el director de Gogora hizo hincapié en el papel que desempeñan las instituciones en la preservación de la memoria y en la defensa de los derechos humanos.


El trabajo de Gogora se centra en la recopilación de testimonios, la investigación de la memoria y la promoción de actos de reconocimiento hacia las víctimas de la violencia en el País Vasco.

La conmemoración de este atentado se presenta también como una oportunidad para reflexionar sobre la evolución del terrorismo en el contexto español y europeo.

En el pasado, la violencia de ETA era vista por algunos sectores como un acto de resistencia, mientras que hoy en día es ampliamente condenada y repudiada.

Sin embargo, la historia nos muestra que la violencia solo genera más violencia, y que es a través del diálogo y la reconciliación que se puede alcanzar un futuro más próspero y pacífico.

En este sentido, Alonso enfatizó la necesidad de fomentar espacios de diálogo donde las distintas voces de la sociedad puedan ser escuchadas.

A través de iniciativas educativas y culturales, es posible construir una sociedad más justa y equitativa, donde las diferencias sean respetadas y valoradas.

Este enfoque es crucial, especialmente considerando el impacto que el terrorismo ha tenido en miles de familias y comunidades.

En conclusión, el 50 aniversario del atentado de la cafetería Rolando no solo representa un momento de luto, sino también una ocasión para aprender y crecer como sociedad.

La memoria de las víctimas debe ser un faro que guíe a las futuras generaciones hacia un camino de paz y entendimiento, donde la violencia y el sufrimiento no tengan cabida.