Miles de estudiantes estadounidenses enfrentan el reinicio de los pagos de sus préstamos académicos tras años de suspensión, lo que podría afectar tanto a ellos como a la economía en general.

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Desde el inicio de la pandemia, los beneficiarios de préstamos estudiantiles federales en Estados Unidos han disfrutado de ciertas protecciones que les permitían evitar las consecuencias más severas por incumplimientos en sus pagos.

Sin embargo, esta situación está a punto de cambiar, ya que a partir del 5 de mayo de 2025, las autoridades reactivarán el proceso de cobro de estos préstamos, lo que podría tener implicaciones significativas tanto para los prestatarios como para la economía en general.

Durante aproximadamente cinco años, las restricciones y pausas en los pagos de préstamos estudiantiles ayudaron a muchos a mantener su estabilidad financiera en medio de la crisis sanitaria global.

Pero con el fin de esas medidas, se ha observado un aumento considerable en las moras y en el deterioro de las calificaciones crediticias de los prestatarios.

Un informe reciente del Banco de la Reserva Federal en Nueva York revela que la tasa de morosidad en los préstamos estudiantiles pasó de menos del 1% en el último trimestre de 2024 a casi el 8% en el primer trimestre de 2025, tras la finalización del período de suspensión en los reportes crediticios.

Este incremento en la morosidad ha provocado que las puntuaciones de crédito de más de 2.2 millones de prestatarios caigan en más de 100 puntos, y en algunos casos, en más de 150 puntos. Esto representa un golpe duro para quienes desean acceder a créditos hipotecarios, financiamiento de automóviles o incluso alquiler de viviendas. La experta en políticas públicas, Aissa Canchola Bañez, del Centro de Protección a los Prestatarios de Préstamos Estudiantiles, advierte que las consecuencias inmediatas y a largo plazo de estas caídas en las puntuaciones pueden ser catastróficas.

La reactivación de los pagos se vio retrasada varias veces, extendiéndose bajo diferentes administraciones. La pausa inicial comenzó durante la gestión del expresidente Donald Trump y fue prolongada por el gobierno del presidente Joe Biden. Sin embargo, algunos rumores en línea indicaban que todos los préstamos podrían haber sido cancelados de forma permanente, lo cual no ocurrió. El plan de Biden para perdonar 400 mil millones de dólares en deuda estudiantil fue finalmente bloqueado por la Corte Suprema, dejando a millones en incertidumbre.

La confusión generada por estos anuncios y la incertidumbre política llevaron a que muchos prestatarios no se prepararan adecuadamente para la reanudación de los pagos.

La economía también se ha visto afectada, ya que el aumento de las cuotas de préstamos puede reducir el gasto en consumo y afectar el crecimiento económico.

Según un estudio de economistas de Morgan Stanley, los pagos adicionales podrían disminuir el Producto Interno Bruto (PIB) en hasta un 0,15% este año, debido a que se destinará entre 1.000 y 3.000 millones de euros mensuales al servicio de la deuda.

El impacto no solo se refleja en la economía macroeconómica, sino también en la vida cotidiana de los prestatarios. Por ejemplo, Reese Wallace, un joven de 34 años de Oakland, California, vio cómo su puntuación de crédito cayó de más de 700 a 488 tras dejar de pagar sus préstamos en 2024.

Wallace, quien se graduó en 2023 con aproximadamente 45.000 euros en deuda, explicó que las cuotas mensuales de casi 450 euros eran insostenibles en su salario como artista en la región de la Bahía. Al dejar de pagar, no solo afectó su crédito, sino también su capacidad para alquilar una vivienda o solicitar un préstamo para un vehículo. Wallace ahora enfrenta dificultades para adquirir un automóvil y busca ayuda para mejorar su situación crediticia.

Expertos como Betsy Mayotte, presidenta del Instituto de Asesores en Préstamos Estudiantiles, consideran que la reanudación de los pagos es necesaria para garantizar la sostenibilidad del sistema, pero advierten que puede acarrear efectos en cadena.

La caída en las puntuaciones crediticias puede dificultar el acceso a financiamiento en el futuro, afectando la capacidad de compra y de inversión de los consumidores.

Además, si los prestatarios incumplen durante más de 270 días, el gobierno puede proceder a embargos de salarios, devoluciones de impuestos y beneficios de seguridad social, lo que agrava aún más su situación financiera.

En conclusión, el fin de la pausa en los pagos de préstamos estudiantiles representa un reto importante tanto para los afectados como para la economía de Estados Unidos.

La reactivación de los cobros puede disminuir el gasto y ralentizar aún más la recuperación económica tras los efectos de la pandemia. Por ello, es recomendable que los prestatarios exploren opciones de pago flexibles, como los planes de pago basados en ingresos, y busquen asesoramiento para evitar caer en incumplimiento y mejorar su estabilidad financiera en estos tiempos de incertidumbre.