Un recorrido por los vehículos más polémicos, absurdos y fallidos que han pasado por las carreteras, desde diseños polémicos hasta ideas que parecían buenas en papel pero fracasaron en la práctica.

La industria automotriz ha sido escenario de muchas innovaciones y también de decisiones cuestionables que han llevado a la creación de vehículos que, en retrospectiva, parecen más un experimento de mal gusto que una verdadera aportación al mercado.
A lo largo de la historia, algunos autos han sido diseñados con ideas tan particulares que terminaron siendo un fracaso, ya sea por su estética, funcionalidad o costo.
Uno de los ejemplos más polémicos en la actualidad es el Tesla Cybertruck. Presentado en 2019, este vehículo eléctrico rompió todos los esquemas tradicionales con un diseño angular y agresivo, que ha generado tanto admiración como rechazo.
A pesar de sus altas prestaciones y tecnología avanzada, su aspecto ha sido duramente criticado, con muchos que consideran que su forma es simplemente poco atractiva.
Además, su construcción con paneles de acero inoxidable y una estructura que parece más una armadura que un coche convencional, ha generado dudas sobre su durabilidad y fiabilidad.
El precio en Europa ronda los 60,000 euros, lo que lo hace aún más polémico, considerando las críticas a su estética y problemas de producción.
Otro vehículo que ha sido considerado uno de los más absurdos es el Nissan Murano CrossCabriolet. Lanzado en 2011, fue uno de los primeros SUVs convertibles en el mercado. Sin embargo, su diseño no solo fue criticado por su aspecto poco armónico, sino también por su estructura débil. La falta de rigidez en el chasis hizo que su manejo fuera incómodo y poco seguro, especialmente en caminos con baches. Además, la utilidad del vehículo se redujo drásticamente al eliminar las puertas traseras y gran parte del espacio de carga. En Europa, su precio superaba los 30,000 euros, pero su bajo rendimiento y aceptación lo condenaron al olvido.
En el ámbito de los eléctricos, el Mazda MX-30 es otro ejemplo de una apuesta que no salió como se esperaba. Con una autonomía de solo 160 kilómetros en ciclo combinado, su alcance en carretera y en condiciones frías es aún menor. Aunque su precio en Europa ronda los 30,000 euros, su limitada capacidad y la competencia que ofrece una mayor autonomía en otros modelos, hicieron que no lograra posicionarse como una opción práctica para el usuario promedio.
Su interior, a pesar de ser agradable, no pudo compensar las carencias en funcionalidad.
El Toyota Mirai, pionero en vehículos de hidrógeno, también forma parte de esta lista. Aunque en sus primeras generaciones fue visto con cierto interés, el escaso desarrollo de la infraestructura de hidrógeno y su alto costo (alrededor de 70,000 euros en Europa) limitaron su éxito.
Además, la imagen del vehículo, que en su versión más reciente es un sedán elegante, no pudo evitar que el público lo percibiera como un vehículo del pasado, con una tecnología que parece estar en declive debido a la preferencia por los autos eléctricos con baterías.
Por otro lado, el Honda CR-V FCEV, con un precio cercano a los 35,000 euros, era una propuesta interesante en su momento, pero su escasa autonomía de solo 45 millas (unos 70 km) en modo eléctrico y un rango total de 430 km con hidrógeno, no logró convencer a los consumidores, que prefirieron opciones más eficientes y económicas.
La complejidad del sistema y los ruidos del sistema de hidrógeno también jugaron en su contra.
El Aston Martin Cygnet, lanzado en 2010, es quizás uno de los ejemplos más notorios de badge engineering. Basado en el Toyota iQ, tuvo un precio de aproximadamente 28,000 euros en Europa y prometía lujo en un paquete diminuto. Sin embargo, su relación calidad-precio fue cuestionable, ya que ofrecía un interior bastante simple y un rendimiento modesto. La idea de transformar un coche urbano en un