El argentino Sebastián Báez, destacado en torneos sobre tierra batida, se prepara para definir el ATP 250 de Bucarest, donde busca aumentar su cuenta de títulos.

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En un mundo donde se suele hablar de gigantes como Carlos Alcaraz, Novak Djokovic y Jannik Sinner, hay un jugador argentino que ha logrado un estatus impresionante en el tenis sobre polvo de ladrillo: Sebastián Báez.

Desde 2022, Báez ha demostrado ser el jugador con más triunfos en esta superficie, acumulando un total de 78 victorias en los últimos cuatro años. Este año, después de vencer al húngaro Márton Fucsovics con un contundente 6-2 en ambos sets, se prepara para enfrentar al italiano Flavio Cobolli en la final del ATP 250 de Bucarest, donde busca conquistar su octavo título.

Aunque su saque no es de los más potentes y no cuenta con golpes sobresalientes como el drive de su compatriota Francisco Cerúndolo, su fortaleza mental y su capacidad para mantenerse enfocado en su plan de juego son notables.

A lo largo de casi tres años, Báez ha estado dentro del top 50 del ranking ATP, una hazaña que logró exceptuando un breve periodo de tres semanas en julio de 2023, donde se vio fuera de este selecto grupo.

Este domingo, el joven de 24 años, que mide 1,70 metros, disputará su décima final en su superficie favorita, superando en esta cifra a jugadores de renombre como Alcaraz.

Además, si triunfa ante Cobolli, igualará la marca de títulos en la misma época que el español. Las estadísticas son claras: desde 2022, ha logrado un impresionante 67% de efectividad sobre tierra batida, contrarrestando sus cifras en otras superficies, donde su rendimiento baja significativamente.

En canchas duras, tiene balance negativo con 20 victorias y 48 derrotas (29%), mientras que en césped se queda con una victoria y siete caídas (30%).

A pesar de la falta de un saque potente, el estilo de juego de Báez se caracteriza por la solidez en la línea de base, buscando siempre jugar los puntos en profundidad e imponiendo su ritmo a través de intercambios prolongados.

Esta estrategia le ha traído la mayoría de sus éxitos, a pesar de que en superficies más rápidas enfrenta mayores desafíos. Sus resultados en cemento evidencian sus complicaciones, ya que no ha conseguido victorias en 2025, enfrentándose a rivales como Matteo Gigante, quien se encontraba en el puesto 217 del ranking en aquel momento.

Antes de alcanzar el éxito en Río de Janeiro, donde se coronó bicampeón del ATP 500, Báez venía de un periodo complicado en el que solo ganó 16 de sus últimos 42 partidos y descendió al circuito Challenger para recuperar confianza.

Sin embargo, su retorno a la competencia ha sido destacado, y sigue cargando la presión de defender puntos en el ranking, un hecho que añade un peso extra a la lucha que emprende cada vez que salta a la cancha.

Recientemente, Báez compartió una anécdota que resalta su mentalidad. A pesar de las dudas sobre su futuro inmediato y su capacidad para seguir compitiendo, su entrenador, Sebastián Gutiérrez, le alentó a dar lo mejor de sí y a enfrentar los desafíos con valentía, lo que resultó ser una decisión que cambió el rumbo de su temporada.

El argentino se perfila como un jugador a seguir, especialmente con la llegada de la temporada de polvo de ladrillo. Después de la final de Bucarest, Báez se preparará para el Masters 1000 de Montecarlo, donde enfrentará desafíos aún mayores. Su objetivo será trasladar su éxito en tierra batida a otras superficies, buscando así demostrar que su juego también puede brillar en otros contextos, y seguir escribiendo su historia en el tenis internacional.