Recordamos la influencia de John Cain en el Australian Open, un torneo que revivió bajo su liderazgo y dejó una huella imborrable en el tenis.

El Australian Open ha sido testigo de un crucial homenaje que, aunque significativo, parece estar por debajo de lo que el legado de John Cain merece.

En el prestigioso recinto de Melbourne Park, una de sus canchas principales lleva su nombre, un gesto que simboliza su gran contribución al tenis en Australia.

Sin embargo, este simple reconocimiento contrasta con la magnitud de sus logros como impulsor del Grand Slam australiano.

John Cain, quien gobernó el estado de Victoria entre 1982 y 1990, fue fundamental para el renacimiento del Australian Open.

Su visión y determinación fueron claves en un momento en que el torneo luchaba por mantenerse relevante en el escenario internacional.

En 2019, poco antes de su fallecimiento, Cain pudo contemplar cómo su legado perduraba, incluso en medio de la feroz oposición política que enfrentó.

En los años 70, el Australian Open estaba perdiendo su esencia como evento de Grand Slam.

Aunque se había disfrutado de grandes talentos locales, la competencia internacional había comenzado a eclipsar al torneo, lo que llevó a una caída en el interés y la participación.

Resulta inquietante pensar que en 1978, una reunión entre Philippe Chatrier, presidente de la Federación Internacional de Tenis, y Brian Tobin, líder de la federación australiana, se centró en la urgente necesidad de revitalizar el torneo.

La razón de esta preocupación radicaba en los planes de Butch Buchholz, un influyente empresario estadounidense, quien tenía ambiciones de organizar un torneo de dos semanas en Florida.

Este nuevo evento amenazaba con desplazar al Australian Open si no se tomaban medidas decisivas para mejorar su atractivo.

En ese contexto, se determinó que el problema más grande del torneo era su programación, que coincidía con el apogeo de las fiestas de fin de año, lo que se convertía en un serio obstáculo para la participación de los mejores tenistas del mundo.

Para revertir esta tendencia, se propuso una reestructuración que permitiría trasladar el Masters masculino de finales de diciembre a noviembre, permitiendo al Australian Open iniciar el nuevo año tenístico en enero.

Esta propuesta no fue fácil de implementar, dada la complejidad de los contratos existentes y el estado deteriorado de la antigua sede en Kooyong.

La solución llegó cuando Brian Tobin presentó las ideas a John Cain, quien con entusiasmo respaldó la construcción de un nuevo complejo deportivo en Flinders Park, a la orilla del río Yarra.

A pesar de los riesgos políticos que implicaba una inversión estatal de 100 millones de dólares (cerca de 93 millones de euros) financiados a lo largo de 25 años, Cain se mantuvo firme.

Recurrió a aliados como el ministro de Deportes Neil Nipper Trezise y el jugador Peter McNamara para superar la oposición que encontraba en el camino.

Finalmente, las obras de lo que hoy conocemos como Melbourne Park comenzaron en 1985, marcando el inicio de una nueva era para el torneo.

El 11 de enero de 1988, se disputó el primer partido de la competencia principal en la nueva instalación, y desde entonces, el Australian Open ha recuperado su lugar como uno de los eventos más importantes del tenis mundial, atrayendo a los mejores talentos de todas partes y enriqueciendo aún más su formidable historia.