Talleres logra su primer título de AFA tras superar a River Plate en una final que se definió en penales, marcando un hito importante en su historia futbolística.

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El remate de Gastón Benavídez, que se estrelló contra la red, fue un golpe directo al corazón de River Plate y un momento histórico para Talleres.

Con esta impresionante definición, Talleres logró su primer título de la AFA en su historia, sumando así un segundo trofeo a su vitrina, ya que anteriormente había conquistado la Copa Conmebol en 1999.

En esta ocasión, el equipo cordobés se consagró campeón de la Supercopa Internacional en Asunción, tras una tensa tanda de penales que finalizó 3-2 luego de un partido que, en 120 minutos, terminó con un desolador 0-0.

River Plate tuvo la oportunidad de llevarse el triunfo en la tanda de penales. Facundo Colidio, una de sus promesas, se encontró con la presión del momento y su disparo se estrelló en el travesaño. Franco Armani, el arquero de River, logró atajar dos penales, mientras que Bebelo Reynoso también falló uno, pero la mayoría de los lanzamientos del equipo 'millonario' fueron decepcionantes.

Entre los errores, destacó el penal fallido por Gonzalo Montiel, quien sucumbió ante la presión y falló por primera vez en su carrera. El rostro de Marcelo Gallardo, entrenador del equipo, reflejaba una profunda tristeza, ya que decidió no subir al podio a recibir la medalla de subcampeón.

El ambiente en la Nueva Olla era abrasador, con temperaturas cercanas a los 40 grados centígrados, lo que sumado al estado del campo de juego hizo que el partido se desarrollara a un ritmo muy lento.

Ambos equipos mostraron en el campo de juego el bajo rendimiento que habían presentado durante el torneo Apertura, con un River Plate carente de dirección futbolística y un Talleres que luchaba por escapar de los últimos lugares en su zona.

Por la historia y las expectativas, River era considerado el equipo más obligado a ganar. Sin embargo, sus altas inversiones no se traducían en resultados y la falta de un plan claro se hacía evidente.

River mostró dificultades en la creación de juego, con una posesión que no se convertía en peligro real. Solo un par de remates lograron acercarse al arco rival, pero ninguno de ellos fue efectivamente al blanco. A pesar de contar con Miguel Borja como delantero, el equipo carecía de claridad ofensiva, lo que fue frustrante para una afición que esperaba más de un plantel con tantas estrellas.

Mientras tanto, Talleres lograba mantenerse compacto y, aunque también era errático en su ataque, encontró la forma de sorprender a un River que no sabía cómo reaccionar.

Oportunidades como las de Girotti y Ortegoza, que fueron detenidas por Armani, reflejaron la angustia del juego.

El desenlace llegó con la tanda de penales que, a pesar de iniciar con la promesa de una noche mágica para Armani, terminó entregando el trofeo a Talleres, desatando una celebración que no se vivía desde hacía 25 años.

La victoria de Talleres no solo representa un hito en su historia, sino que también deja a River Plate enfrentando nuevas cuestiones acerca de su futuro en el fútbol argentino.