El entrenador Marcelo Gallardo enfrenta una crisis en River Plate, con un rendimiento que no mejora y la presión de renovar tanto el plantel como su cuerpo técnico. La situación exige decisiones difíciles para volver a la senda del éxito.
La historia reciente del club muestra que el Muñeco ha recurrido en varias ocasiones a una misma receta: la reestructuración interna del plantel, con énfasis en la limpieza y la incorporación de nuevas caras en un intento de revertir los malos resultados.
Sin embargo, estos cambios no parecen ser suficientes para resolver una crisis que se ha instaurado en Núñez.
La lista de jugadores que han sido descartados o están en el ojo del huracán por su rendimiento es amplia: Ramiro Funes Mori, Enzo Díaz, Pablo Solari, Rodrigo Villagra, Nicolás Fonseca, Adam Bareiro, Gonzalo Tapia, Matías Rojas, Manuel Lanzini, Leandro González Pirez, Rodrigo Aliendro, Santiago Simón y Matías Kranevitter, entre otros.
Actualmente, se suman nuevas figuras como Enzo Pérez, Ignacio Fernández, Milton Casco, Gonzalo Martínez, Miguel Borja y Paulo Díaz, intentando encontrar una fórmula que devuelva el sentido de competitividad y carácter ganadro a un equipo que parece estancado.
Es importante comprender que esta política de rotación y #renovación del plantel no ha logrado la ansiada estabilidad ni mejoras sustanciales en los resultados.
La realidad actual de River refleja un equipo apagado, falto de recursos e ideas claras. La expectativa era que la incorporación de nuevas figuras aportara electricidad y rejuvenecimiento, pero las lesiones, el mal estado físico y la falta de planificación táctica han debilitado aún más el rendimiento.
Históricamente, #River Plate ha tenido altibajos en su gestión deportiva, pero el desafío de mantener la competitividad en un fútbol cada vez más exigente requiere de cambios profundos.
El prestigio del club, uno de los más grandes y laureados del continente, se ha visto amenazado en los últimos años, con una cantidad significativa de torneos perdidos o resultados insatisfactorios.
En otras ligas, como la Premier League inglesa o La Liga española, es común que los entrenadores y sus cuerpos técnicos modifiquen sus equipos de trabajo con el paso del tiempo, incorporando asistentes con diferentes metodologías y ideas.
Ejemplo de ello es Pep Guardiola, quien en su etapa en Manchester City incorporó a Pepijn Lijnders y James French para buscar nuevas perspectivas y metodologías, en respuesta a las altas exigencias del fútbol actual.
En comparación, Gallardo ha preferido mantener a su cuerpo técnico de confianza, en gran parte por la amistad que lo une a Hernán Buján y a Matías Biscay, quienes lo acompañaron desde los inicios en las inferiores y en su paso por Montevideo en 2011.
Esa lealtad, aunque valorada, puede estar limitando la apertura a nuevas ideas y enfoques que el propio club necesita para reinventarse.
El escenario actual obliga a Gallardo a reflexionar sobre el futuro. Nombres como Napoleón, uno de los íconos históricos del club, empezaron a perder protagonismo en los últimos tiempos, sumando una estadística que refleja la dificultad de mantener una trayectoria victoriosa: apenas ganó 3 de los últimos 25 títulos y no levantó ningún trofeo desde su regreso en 2024, pese a su paso por clubes como Al-Ittihad de Arabia Saudita, donde conquistó múltiples trofeos.
El debate sobre una eventual renovación del cuerpo técnico
El debate sobre una eventual renovación del cuerpo técnico, o al menos una reestructuración interna, aparece sobre la mesa. La clave está en equilibrar la continuidad con la innovación, buscando energías nuevas que devuelvan al equipo la actitud aguerrida y la idea de juego que caracterizaron a los equipos de Gallardo en sus mejores épocas.
