El equipo de Oklahoma busca resurgir en la NBA y competir por su primer campeonato tras una larga reconstrucción.

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En el ámbito del deporte profesional en Estados Unidos, es conocido que los equipos poseen ciclos de éxito y de reconstrucción. Esta realidad se manifiesta claramente en la NBA, donde las franquicias, respaldadas por millonarios, desarrollan estrategias a largo plazo con el objetivo de construir un equipo sólido.

Un ejemplo emblemático de esta política es el Oklahoma City Thunder, que, a pesar de no ser uno de los equipos más seguidos en Argentina, se encuentra en un excelente momento deportivo, al borde de conseguir su primer título tras 13 años de altibajos.

El viaje del Thunder hacia la cima ha sido complejo, comenzando con la exitosa unión de Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden en un mismo equipo.

Estos jugadores, elegidos en el draft entre 2007 y 2009, despertaron grandes esperanzas en los aficionados, pero tras alcanzar la final de la NBA en 2012, donde cayeron ante Miami Heat, el sueño se desvaneció.

La marcha de estas estrellas marcó el comienzo de un periodo de reconstrucción que parecía interminable.

La clave del renacimiento actual del equipo radica en la visión de Sam Presti, su gerente general. Desde que tomó las riendas en 2007, Presti ha demostrado su capacidad para identificar y desarrollar talento joven. Su viaje comenzó en los San Antonio Spurs, donde contribuyó a varios campeonatos y luego se trasladó a Seattle Supersonics antes de que la franquicia se mudara a Oklahoma.

Con una gestión inteligente, incluyendo la adquisición de jugadores jóvenes como Shai Gilgeous-Alexander, el equipo ha comenzado a florecer nuevamente.

Gilgeous-Alexander, a sus 26 años, no solo lidera a su equipo, sino que también compite por el premio al Jugador Más Valioso, promediando 33 puntos por partido, lo que lo convierte en el máximo anotador de la liga.

Su desempeño, junto al de jóvenes promesas como Chet Holmgren y Jalen Williams, ha permitido a Oklahoma establecerse en la parte alta de la clasificación con un impresionante récord de 57 victorias y 12 derrotas en la presente temporada.

Este renacer ha sido comparado con la exitosa era de los San Antonio Spurs, caracterizada por un estilo de juego colectivo y fluido, que busca tanto el tiro exterior como la penetración en la pintura.

Así como los Spurs de Tim Duncan y Manu Ginóbili, el Thunder ahora despliega un baloncesto atractivo y efectivo, que les permite soñar con la gloria.

Sin embargo, la historia del Thunder está marcada por un pasado pesado. Desde su traslado de Seattle, donde gozó de una rica tradición y éxitos en la década de 1970, hasta su transformación en Oklahoma, muchas han sido las expectativas y desilusiones.

El equipo se encontró compitiendo en las finales de conferencia, pero los fracasos consecutivos ante rivales como los Dallas Mavericks y los Golden State Warriors han dejado cicatrices en la afición.

No obstante, la historia reciente muestra un cambio de rumbo positivo. Con un equipo joven y talentoso, Oklahoma City Thunder se ha consolidado como uno de los equipos más emocionantes de la NBA, generando expectativas de conseguir su primer anillo de campeón.

La pregunta que se cierne sobre su camino hacia los playoffs es si podrán finalmente superar los fantasmas del pasado y levantar el trofeo Larry O'Brien, a pesar de las tristezas y frustraciones que los han acompañado en su historia.

¿Logrará el Thunder escribir un nuevo capítulo en su historia con un título brillante y consolidarse como una dinastía en la liga?