La Daytona 500 dejó un fuerte impacto tras un accidente que hizo que el piloto Ryan Preece volara por los aires, marcando la carrera de este año.

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La legendaria carrera Daytona 500, emblemática del NASCAR estadounidense, es normalmente sinónimo de velocidad y emoción, pero en su última edición, celebrada el pasado domingo, vivió un momento verdaderamente impactante.

El incidente, que involucró al piloto Ryan Preece, dejó a todos los fanáticos del motorsport con el corazón en un puño.

A falta de solo 15 vueltas para finalizar la carrera, Christopher Bell, quien luchaba por posiciones en la parte alta del pelotón, fue golpeado desde atrás, lo que provocó un deslizamiento peligroso en la pista.

William Byron, eventual vencedor de la carrera, logró esquivar el incidente en el último momento, pero Preece, quien conducía el Ford número 60, no tuvo la misma suerte.

Tras el choque con Bell, el auto de Preece literalmente se elevó por los aires, realizando un giro acrobático. El piloto, de 34 años, relató que lo único que pasaba por su mente en ese instante era su hija, mientras experimentaba este aterrador momento. "No sé si es el difusor o qué lo que hace que estos coches sean como una hoja de madera contrachapada cuando sales en un día de viento. Esto fue rápido", comentó Preece, quien afortunadamente salió del incidente sin heridas graves.

En medio de toda esta confusión, William Byron logró conquistar su segunda victoria consecutiva en la Daytona 500, convirtiéndose en el primer piloto desde Denny Hamlin en 2019 y 2020 en lograr este hito.

Bython aprovechó un nuevo accidente en la vuelta final, que permitió que los pilotos compitieran sin que se ondeara la bandera amarilla, llevando al Chevrolet número 24 a la zona de ganadores.

La Daytona 500 es conocida por su capacidad de ofrecer giros imprevistos y situaciones extremas, pero lo de este domingo fue particularmente fuerte. Justo en ese momento de caos, los campeones anteriores Joey Logano, Kyle Busch y Brad Keselowski se encontraron involucrados en un accidente que dejó múltiples vehículos dañados, generando una pausa significativa en la carrera.

Para quienes han seguido de cerca la historia de la Daytona 500, la carrera ha sido testigo de muchos momentos memorables y accidentes escalofriantes a lo largo de los años.

Esta edición no solo destacó por la victoria de Byron y los incidentes en pista, sino además por el simbolismo de perseverancia entre los pilotos que, a pesar de los peligros inherentes al deporte, continúan compitiendo con pasión y valentía.

Con una duración total de más de tres horas y media debido a varias suspensiones por clima, en esta ocasión, el evento fue visualizado por el expresidente Donald Trump, quien asistió a la competencia, haciendo aún más especial un día que quedó grabado en la memoria colectivas de los aficionados al automovilismo.

A pesar de lo aterrador del accidente de Preece, su testimonio sobre lo agradecido que se siente de haber salido ileso hace eco de un sentimiento compartido entre todos los involucrados en este deporte: el automovilismo es emocionante, pero la seguridad de los pilotos siempre debe ser la prioridad número uno.