El ex futbolista japonés Naohiro Takahara ha dejado atrás su carrera en el deporte para enfocarse en la cosecha de mangos y café en su tierra natal, enfrentando diversos desafíos naturales.
Naohiro Takahara se levanta muy temprano cada día en su hogar en la Prefectura de Shizuoka, Japón, donde los viveros con mangos y café son visibles desde su ventana.
"El tifón me preocupaba, pero la cosecha se ve prometedora.
Tendremos una buena producción de mangos", dice con optimismo.
Este japonés de 42 años, que revolucionó el mundo de Boca Juniors no solo por su fútbol, sino también por su carisma, ha decidido regresar a sus raíces.
Después de más de dos décadas en el fútbol profesional, Takahara se retiró a finales de 2023, y ahora, su vida gira en torno a la agricultura.
En una pequeña isla al noroeste de Taiwán, el ex jugador se dedica a cultivar mangos y café. ¿El fútbol? Ha quedado atrás, aunque no sin dejar una huella indeleble en el deporte argentino.
Cuando llegó a Boca Juniors en agosto de 2001, Takahara se convirtió en el segundo japonés en jugar en Argentina, tras Yasushi Kawakami.
Su llegada fue impulsada por la visión de Mauricio Macri, quien quería expandir la marca Boca hacia Asia.
Durante su breve estancia en el club, jugó apenas 7 partidos, anotando un gol en la recordada victoria de 6-1 sobre Lanús.
Aunque su paso fue corto, se convirtió en un ferviente hincha del club.
Después de Boca, Takahara continuó su carrera en varios clubes, incluidas etapas en México, Alemania, y la MLS, antes de regresar a Japón.
Pero este último regreso a su hogar ha sido un nuevo desafío.
Su historia agrícola comienza en el ámbito del cultivo de mango para el cual espera cosechar entre 2000 y 3000 unidades el próximo año.
Sin embargo, las adversidades climáticas son un obstáculo constante.
"El café que planté en primavera ha crecido bien, pero los fuertes vientos del tifón han afectado la cosecha de otros árboles", explica.
A pesar de estas dificultades, se muestra decidido y ha implementado diversas técnicas agrícolas, como el uso de redes a prueba de viento.
Su compromiso con la agricultura es profundo.
Los mangos que cultiva llevan su logo, y ha comenzado un camino en el que combina su pasión por la tierra y sus antiguas relaciones del fútbol, como sus antiguos compañeros que ahora lo ayudan en su emprendimiento agrícola.
"Revisar las plantas es parte del proceso, y si todo va bien, deberíamos ver los frutos en un par de años", menciona en su cuenta de Instagram, donde fomenta un fuerte vínculo con sus seguidores.
La creación de su propio club de fútbol, el Okinawa SV, cuya camiseta recuerda los colores de Boca, es un reflejo de su amor por el deporte y su deseo de seguir involucrado en el fútbol.
En sus pocos años en la dirección técnica del club, ha forjado lazos con los jugadores que se involucran activamente en su proyecto agrícola.
Recordemos que en la historia del fútbol argentino, jugadores como Takahara han dejado una marca que trasciende el deporte.
En 2001, el fútbol argentino vivió una época de éxitos y cambios, y la llegada de un japonés con un espíritu tan humano y carismático fue un acontecimiento inédito.
El legado de Takahara en Boca Juniors continúa siendo recordado por los aficionados, cada vez que uno de sus compatriotas llega a Argentina a intentar seguir sus pasos.