Con solo 16 años, Valentín Perrone representa a Argentina en Moto3, un sueño que nació en Cataluña. Su historia es un ejemplo de sacrificio familiar y pasión por el motociclismo.
Valentín Perrone, un prometedor piloto argentino de 16 años, se prepara para debutar en Moto3, la categoría más baja del Campeonato del Mundo de motociclismo.
Aunque nació en Cataluña, Valentín ha decidido representar a Argentina, el país de su padre, Marcelo Perrone, quien emigró en el año 2000, justo antes de la grave crisis económica que afectó a la nación sudamericana en la gestión de Fernando De La Rúa.
Valentín, quien competirá bajo los colores del equipo Red Bull KTM Tech3, ha expresado su emoción por competir en el Mundial.
'Correr en Moto3 es un sueño.
No me doy cuenta de donde estoy ahora, pero estoy seguro de que cuando llegue la primera carrera,diré 'uf, estoy en el Mundial',' comenta el joven piloto, que cumplirá 17 años el próximo 28 de diciembre.
A lo largo de su corta carrera, Valentín ha corrido con la bandera argentina, lo que no solo refleja su orgullo nacional, sino también el apoyo incondicional de su familia.
Su padre, conocido como Chelo, un electricista apasionado por los coches, ha trabajado incansablemente para costear las altas tarifas del motociclismo.
'Trabajó desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche, haciendo horas extras para ahorrar los euros necesarios para mi carrera,' explica Valentín, quien ha sentido el peso de las expectativas familiares y la presión de capitalizar los sacrificios hechos por sus padres.
La historia de Valentín no es simplemente la de un joven que persigue un sueño; también es la historia de un adolescente que se enamoró del motociclismo a una edad temprana.
Su primer contacto con una moto ocurrió cuando tenía tres años, cuando su padre y abuelo le regalaron una minibike Polini.
'Mis primeros recuerdos son con mi papá, aprendiendo a tocar la rodilla,' reminiscencias que cada vez que habla sobre su infancia parecen cobrar vida.
El apodo de 'Coyote' lo lleva desde pequeño, un sobrenombre que refleja su espíritu competitivo y su deseo de velocidad en la pista.
'No sé exactamente por qué me llaman así, pero siempre he sabido que necesitaba una liebre, al igual que el personaje del dibujo animado,' explica Valentín con una sonrisa.
A lo largo de su trayectoria, ha tenido que sacrificar mucho; los viajes familiares se han sustituido por desplazamientos en avión, mientras que su familia ha sido su apoyo incondicional.
'Siempre he competido con mi familia.
Ellos han sido mi motivación,' enfatiza, destacando que su madre, Ruth, trabaja en un comedor escolar para poder apoyar a sus hijos.
La presión en el motociclismo es monumental, algo que Valentín reconoce totalmente.
'Es crucial tener un entrenamiento mental.
A lo largo del tiempo he aprendido a gestionar la presión y a prepararme tanto física como emocionalmente para cada carrera,' indica.
Este entrenamiento mental es parte fundamental de su desarrollo como competidor, pues entender y afrontar el estrés es clave en un deporte tan exigente.
En un contexto donde muchos jóvenes pilotos enfrentan el mismo sueño, pero carecen de los recursos financieros, Valentín se siente afortunado.
Viene de una familia que ha hecho innumerables sacrificios, y ahora tiene la oportunidad de cumplir su sueño de correr en el Mundial y visitar Argentina por primera vez.
'Siempre he querido conocer el país de mi padre, y ahora, gracias al motociclismo, podré hacerlo.
Estoy deseando llegar a Termas y sentir el apoyo de la gente,' concluye Valentín Perrone, quien espera dejar su huella en el mundo del motociclismo.