La apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue una celebración sin precedentes que combinó cultura, emoción y seguridad en un entorno espectacular.

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La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 quedó grabada en la memoria colectiva de millones gracias a su majestuosidad y a las emociones desbordantes que provocó. En un entorno inigualable, donde el río Sena se convirtió en el escenario central, la artista canadiense Celine Dion cautivó a la audiencia con su interpretación del icónico "Himno al Amor" de Edith Piaf.

La actuación de la cantante desde la Torre Eiffel, entre la bruma y la lluvia, simbolizó la resiliencia y el espíritu del evento.

Con casi cuatro horas de espectáculo, la inauguración fue una fusión excepcional de glamour y entretenimiento.

Más de 300,000 espectadores se congregaron a lo largo del río, donde 85 botes transportaban a cerca de 7,000 atletas de 205 países.

La delegación argentina, representada por Luciano De Cecco y Rocío Sánchez Moccia, surcó las aguas del Sena, marcando un momento especial en su historia olímpica.

Este evento no solo fue una muestra de destreza atlética, sino que también rindió homenaje a la cultura y tradiciones francesas.

Tras años de preparación, la capital francesa presentó un espectáculo visual que desbordó creatividad.

Desde el desfile de delegaciones, comenzando por Grecia, hasta las actuaciones musicales que incluyeron a figuras como Lady Gaga y Aya Nakamura, la ceremonia fue una celebración de la diversidad y la unidad a través del deporte.

Sin embargo, la magnitud del evento obligó al comité organizador a implementar medidas de seguridad sin precedentes.

Con un despliegue de 45,000 policías y 10,000 soldados en las calles, la identidad de los asistentes se verificó a través de códigos QR que debían ser presentados en puntos de acceso.


A pesar de algunos inconvenientes iniciales, el público se acomodó y se preparó para disfrutar de un espectáculo que superó todas las expectativas.

La ceremonia también rememoró episodios significativos de la historia francesa y su rica tradición cultural.

Actuaciones emblemáticas, que incluyeron danzas y escenas de "Los Miserables", formaron parte del atractivo del show.

La participación de figuras icónicas del deporte como Carl Lewis, Serena Williams y Rafael Nadal fue un homenaje a la conexión entre el deporte y la cultura, realzado con la actuación de la mezzo soprano Axelle Saint-Cirel en un escenario emblemático como el Grand-Palais.

Al culminar el desfile, la tensión creció al aproximarse el momento culminante: el encendido del pebetero olímpico.

El exfutbolista Zinedine Zidane tuvo el honor de recibir la antorcha, seguido por una transmisión en vivo que celebraba cada instante del evento.

Entre fanfarrias, luces y el inconfundible sonido de la música, la llama fue llevada por Nadal, quien, junto a otros atletas, encendió el pebetero, un imponente anillo de fuego.

Aplicando un acto simbólico de unidad y celebración, Celine Dion cerró la ceremonia con su conmovedora interpretación, marcando el fin de una apertura extraordinaria que quedará en la historia de los Juegos Olímpicos.

A pesar de las adversidades climáticas, París no defraudó y presentó un espectáculo que será recordado durante generaciones, reforzando así su reputación como una ciudad sin igual en su capacidad para honrar la cultura y el deporte.