La famosa gimnasta húngara, quien ganó 10 medallas olímpicas, falleció en Budapest después de una vida llena de logros y superaciones.
La historia del deporte ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas.
Ágnes Keleti, la gimnasta húngara que se convirtió en la campeona olímpica más longeva del mundo, falleció el jueves a la edad de 103 años.
La atleta había sido ingresada en estado crítico en el Hospital Militar de Budapest debido a complicaciones de una neumonía el 25 de diciembre.
Su legado incluye un notable número de 10 medallas olímpicas, de las cuales cinco son de oro, obtenidas entre los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y Melbourne 1956.
“Ágnes Keleti será recordada por su extraordinaria historia.
Representó la determinación y el coraje que se necesitan para superar adversidades significativas.
Al nacer en una familia judía, su vida se vio oscurecida por el Holocausto, del cual logró escapar y salir fortalecida al ganar 10 medallas olímpicas después de la Segunda Guerra Mundial.
Es una historia verdaderamente asombrosa”, expresó Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), tras la noticia de su fallecimiento.
Nacida el 9 de enero de 1921 en Budapest, como Ágnes Klein, comenzó su andadura en la gimnasia en el club judío VAC de la capital húngara.
En 1937, a la edad de 16 años, ganó su primer campeonato nacional.
Sin embargo, en 1940, la llegada de leyes antisemitas impidió a Keleti continuar su carrera deportiva, ya que el régimen de Miklós Horthy prohibió que los judíos participaran en cualquier actividad deportiva.
En 1944, con la ocupación alemana de Hungría, Keleti se vio forzada a refugiarse, adoptando una identidad falsa.
Durante este tiempo, su madre y hermana fueron rescatadas por el diplomático sueco Raoul Wallenberg, mientras su padre y otros familiares fueron asesinados en Auschwitz.
Tras la guerra, Keleti retomó la gimnasia y, en 1946, ganó una vez más el campeonato nacional.
A pesar de enfrentarse a una lesión que le impidió participar en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, su carrera tomó un giro brillante en Helsinki 1952, donde, a los 31 años, la edad en que muchas gimnastas ya han dejado el deporte, conquistó su primera medalla de oro en suelo.
En esos Juegos, además, obtuvo una plata y dos bronces, demostrando su destreza en el arte de la gimnasia.
Su éxito continuó y en 1956, en los Juegos Olímpicos de Melbourne, Keleti se convirtió en la atleta más destacada, derrotando a la soviética Larisa Latynina y ganando cuatro medallas de oro y dos de plata.
Esta hazaña no solo la consolidó como la gimnasta más longeva en conseguir una medalla de oro, sino que la ubicó como la segunda deportista más laureada de Hungría, solo detrás del esgrimista Aladár Gerevich.
Luego de conseguir sus logros en 1956, decidió no volver a Hungría y solicitó asilo político en Australia.
Más tarde se estableció en Israel, donde contribuyó al desarrollo de la gimnasia como entrenadora y jurado.
A pesar de sus logros, finalmente regresó a su país natal en la década de 1990, donde vivió hasta su muerte.
Ágnes Keleti no solo fue una atleta excepcional, sino también un símbolo de resistencia y superación.