El equipo de Lanús conquistó su primer título internacional en la historia tras vencer en penales a Atlético Mineiro en una final apasionante celebrada en Asunción. La hazaña refleja años de esfuerzo, pasión y compromiso de jugadores, cuerpo técnico y miles de hinchas que acompañaron desde Argentina y Paraguay.

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La final fue una verdadera maratón de 120 minutos sin goles y culminó en una dramática tanda de penales, donde el arquero Nahuel Losada se convirtió en el héroe decisivo al detener el disparo de Vitor Hugo y asegurar la gloria del conjunto granate con un marcador de 5-4 en la tanda.

Más allá del resultado, esta conquista tiene un significado profundo para el club, sus jugadores y la hinchada, que desde Argentina y Paraguay llegaron en masa para acompañar con fervor el sueño de ganar un torneo internacional.

Por ejemplo, José, un hincha de 65 años de Lanús, manejó durante 17 horas acompañado de su esposa desde Tucumán para estar en la cancha y vivir en primera persona esta histórica final.

Con lágrimas en los ojos, confesó a medios locales: “Quizá sea la última oportunidad de mi vida de ver a #Lanús en una final así”.

Junto a él, otros hinchas como Daniel, un bombero voluntario que vendió rifas y promovió el hashtag #LolaALaFinal, impulsando a su hija de 9 años a viajar en uno de los 60 micros que el club dispuso, sintieron que el sacrificio valió la pena.

La pasión y el esfuerzo reflejaron el compromiso de los aproximadamente 15,000 seguidores granates que se movilizaron en autos, micros y vuelos para alentar a su equipo en tierras paraguayas.

El contexto de esta victoria se enmarca en una historia llena de altibajos. Lanús, que en los años 70 sufrió descensos y estuvo en la tercera división, logró resurgir y consolidarse como un club competitivo en Argentina. En la década del 90, pasó por momentos difíciles, con descensos a la Segunda B y múltiples crisis internas. Sin embargo, la decisión de mantener en el cargo a figuras como el entrenador Miguel Ángel Russo en épocas complicadas sentó las bases para que el club pudiera experimentar una etapa de crecimiento y éxito.

Los jugadores, como Lautaro Acosta y Carlos Izquierdoz, expresaron su felicidad y gratitud tras la final. Acosta, que anunció su retiro próximamente y consideró este título como su “broche de oro”, afirmó: “No le puedo pedir más a la vida ni al fútbol.

Es un momento que soñaba desde hace mucho”. Por su parte, Izquierdoz, uno de los referentes del equipo, comentó: “Seguimos soñando con seguir en la Copa Libertadores y la Recopa. Este triunfo es muy especial para todos”.

La celebración en Asunción fue intensa. La caravana de hinchas atravesó la ciudad en una marea de camisetas y banderas, ocupando gran parte de la Costanera de Asunción, con un ambiente festivo y lleno de alegría pese al calor extremo —se registraron 34 grados centígrados, sensación similar a los 50 en la sensación térmica—.

La canción “Este es el año Granate”, acompañada de ritmos de cumbia, resonó en las calles mientras los vendedores ambulantes ofrecían bebidas frías, hamburguesas y artículos del club.

Aunque Lanús no pudo imponer completamente su estilo de juego ofensivo

El juego en sí fue una muestra de garra y concentración. Aunque Lanús no pudo imponer completamente su estilo de juego ofensivo, mostró una férrea defensa y una determinación admirable para sostener cada balón ante las estrellas del Atlético Mineiro, que también quisieron dejar su huella en Paraguay.

La final fue, en esencia, un combate de estrategia y corazón, donde la paciencia y la resistencia prevalecieron.

El momento culminante fue, sin duda, la atajada de Losada en el penal decisivo, que quedó grabada en la memoria de todos los presentes. La emotividad de esa rueda de penales quedó marcada por la historia de los hinchas. Muchos de ellos, como José o Roberto, rememoran los años oscuros del club en la Segunda B y C —en Argentina—, y sienten que este logro los recompensa de los fracasos pasados.