La reciente renuncia de Leandro Atilio Romagnoli como entrenador de San Lorenzo pone de relieve la creciente inestabilidad que enfrentan los directores técnicos en el fútbol argentino, aumentando el número de cambios en el banquillo en 2024.

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Leandro Atilio Romagnoli renunció el pasado domingo a su puesto como entrenador de San Lorenzo, tras verse abrumado por una serie de resultados negativos.

Su decisión vino en un momento crítico, luego de que su equipo no lograra vencer a Godoy Cruz en un partido que había sido suspendido por incidentes y que se completó en Mendoza.

En ese juego, el delantero Francisco Fydriszewski falló un penal, lo que terminó perjudicando las aspiraciones del 'Ciclón'.

Romagnoli, quien había asumido el cargo 120 días atrás en reemplazo de Rubén Darío Insúa, sintió que su autoridad había quedado debilitada tras el error en la ejecución del penal, cometido por un jugador que no había sido designado como primer refuerzo para la misión.

El entrenador no logró entender por qué Iker Muniain e Iván Leguizamón, a quienes se les había encomendado la responsabilidad, no asumieron el reto.

Ante esta situación, Romagnoli decidió que ya no podía hacer nada frente a un plantel que había perdido confianza en su liderazgo.

Su renuncia no es un caso aislado en el cada vez más volátil mundo del fútbol argentino.

En lo que va de 2024, ya son 26 los directores técnicos que han dejado sus cargos, lo que significa que en este año, en promedio, se ha cambiado de entrenador cada 11 días.

Este hecho refleja una desesperante falta de paciencia y de capacidad para desarrollar proyectos sostenibles en los clubes de la primera división.

Actualmente, solo siete de los 28 clubes en la Liga Profesional no han cambiado de entrenador durante el año.

Estos son Eduardo Domínguez en Estudiantes, Daniel Oldrá en Godoy Cruz, Diego Dabove en Instituto, Ricardo Zielinski en Lanús, Gustavo Costas en Racing, Cristian González en Unión y Gustavo Quinteros en Vélez.


Mientras tanto, otros equipos han experimentado cambios drásticos en sus banquillos.

En Central Córdoba de Santiago del Estero, Defensa y Justicia e Independiente Rivadavia de Mendoza, por ejemplo, han realizado tres cambios de entrenadores en lo que va de 2024. En la actualidad, Central Córdoba, comprometido con el descenso, comenzó el año con Abel Balbo, luego fue reemplazado por el colombiano Lucas González Vélez y ahora está a cargo de Omar De Felippe, quien parece haber logrado estabilizar al equipo.

Defensa y Justicia, que había sido sinónimo de continuidad en el pasado, ha tenido a tres entrenadores diferentes durante la misma temporada: Julio Vaccari, Francisco Meneghini y actualmente Pablo De Muner, quien sigue interinando.

Independiente Rivadavia, recién ascendido a la elite del fútbol argentino, también ha tenido un año complicado, con Rodolfo De Paoli, Martín Cicotello y el regreso de Alfredo Berti, quien intenta salvar al equipo de un posible descenso.

La búsqueda de un nuevo director técnico se vuelve inminente en varios clubes, incluyendo San Lorenzo, que está en la búsqueda de un reemplazo para Romagnoli.

En este complejo panorama, la tendencia es que los clubes se encuentran atrapados en un ciclo de decisiones apresuradas y sin la seguridad para apostar a proyectos a largo plazo.

Históricamente, el fútbol argentino ha visto la salida prematura de entrenadores, pero la situación actual presenta niveles de rotación que afectan incluso a los clubes con más trayectoria, creando un ambiente tenso y poco confiable para los propios directores técnicos.