El club argentino Boca Juniors anunció la salida de su técnico Fernando Gago después de 30 partidos, debido a una racha de malos resultados y decisiones que generaron malestar en la dirigencia. La medida se tomó en un contexto de presión creciente tras perder ante River Plate en el Superclásico y otros tropiezos en competencias internacionales y nacionales.

Tras 63 días de la derrota ante Alianza Lima en la fase de grupos de la Copa Libertadores, Boca Juniors tomó una decisión radical: prescindir de los servicios de su entrenador Fernando Gago.
La salida del técnico, que había asumido en octubre del año pasado, se hizo oficial esta semana, en medio de una serie de resultados adversos y decisiones polémicas que generaron un creciente malestar en la institución.
Gago, ex futbolista de gran trayectoria y referente en el club, dejó el cargo después de dirigir un total de 30 partidos, logrando 17 victorias, 5 empates y 8 derrotas en su estadía en La Bombonera.
Según información interna del club, la decisión fue tomada en una reunión del Consejo de Fútbol, en la cual se consideró que la continuidad del técnico ya no era viable debido a los resultados recientes y a ciertos manejos internos cuestionados.
El inicio de la era Gago en Boca fue prometedor, con algunas victorias importantes, pero en los últimos meses la situación se complicó. La derrota en el Superclásico ante River Plate, en el Estadio Monumental, en la que el equipo presentó un esquema defensivo que generó críticas, fue la gota que colmó la paciencia de las autoridades dirigenciales.
El cambio de estrategia y las decisiones tácticas polémicas, como la alineación de jugadores en posiciones poco habituales y cambios en la conformación del equipo, se sumaron a la tensión.
Además, algunos incidentes internos y decisiones discutidas, como la sanción a Carlos Palacios por llegar tarde después de un viaje a Santiago, y la polémica por las sustituciones en partidos clave, contribuyeron al desgaste del técnico.
Otro momento de questioning fue la elección del arquero para definir en penales en un partido de Copa Libertadores, donde Gago sorprendió con una decisión que no resultó efectiva y que generó incomodidad en el plantel y en la dirigencia.
Un tema que también generó conflicto fue la utilización de Alan Velasco, una inversión de aproximadamente 9 millones de euros (cerca de 8 millones de libras en el cambio actual), que no logró rendir lo esperado.
El jugador no fue titular en los partidos decisivos, y su bajo rendimiento y las decisiones tácticas en su caso fueron motivo de críticas. La llegada de Velasco en junio del año pasado fue una de las inversiones más importantes del club en ese período, pero la falta de adaptación y minutos jugados elevó las dudas.
Desde la dirigencia, encabezada por Juan Román Riquelme, se barajaron varias opciones para suceder a Gago, incluyendo nombres como Gerardo Martino, Gabriel Milito, Alexander Medina, y el recientemente despedido Gustavo Quinteros.
La opción de Rodolfo Arruabarrena también fue considerada, dado su buen paso por el club en anteriores etapas.
La salida de Gago se produce en un contexto de altos objetivos, ya que Boca se encuentra en la lucha por avanzar a las fases finales del torneo local y de la Copa Libertadores.
La expectativa es definir con prontitud quién será su reemplazante para revitalizar el proyecto y devolver al equipo a la senda de los triunfos y la estabilidad.
Este cambio en el cuerpo técnico representa el sexto desde que Riquelme asumió en diciembre de 2019, tras la salida de Miguel Russo. En ese período, han pasado entrenadores como Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Jorge Almirón, Diego Martínez y Gago, sin lograr consolidar una etapa de éxito prolongada en términos de títulos.
La presión sobre la dirigencia y sobre los técnicos cada vez es mayor, y las resignaciones se han convertido en una constante en la gestión de Riquelme, que a sus 45 años mantiene su influencia en el club, a pesar de las críticas por la falta de títulos en los últimos años.
El futuro cercano en Boca será crucial para restablecer la confianza de los hinchas y volver a competir al más alto nivel en el fútbol sudamericano.
La decisión de cambiar de entrenador puede ser el primer paso para encauzar una fase más positiva, pero también genera incertidumbre respecto a los próximos movimientos en la institución.