La historia de Miguel Ángel Russo, un entrenador que ha enfrentado el cáncer y encontrado fuerza en su pasión por el fútbol y el apoyo de amigos y familia.

Joan Manuel Serrat tuvo un papel clave en la vida de Miguel Ángel Russo, llevándolo a una habitación de hotel en Argentina, donde pronunció unas palabras que resonarían en el corazón del director técnico: "De esto no te vas a morir, nene". En ese momento, Russo se encontraba lidiando con un diagnóstico aterrador que le había cambiado la vida: el cáncer.

Conocido por su amor a la poesía de Serrat, el exentrenador de clubes como Boca Juniors y Alianza Lima, recibió de 'El noi del Poble-sec' una enseñanza profunda sobre la esperanza y la lucha frente a la adversidad.

En 2018, no sólo Russo escuchó la experiencia de vida de Serrat, quien también había enfrentado el cáncer en varias ocasiones, sino que también comenzó a comprender que su propia batalla no era un final trágico, sino una oportunidad para crecer y aprender.

Desde su diagnóstico inicial en un restaurante de Bogotá, donde notó un sangrado, el panorama se había vuelto oscuro.

Sin embargo, la conexión con su amigo y mentor hizo que decidiera luchar con todas sus fuerzas.

La carrera de Miguel Ángel ha estado marcada por importantes logros, pero su reciente vuelta al fútbol con el club San Lorenzo es, sin lugar a dudas, significativa.

Este regreso representa una especie de reivindicación personal, un acto de amor hacia el deporte que lo ha visto crecer y que le ha ofrecido una plataforma para compartir su historia de resiliencia.

El nuevo ciclo de Russo en Boedo se caracteriza por un enfoque renovado, donde la estrategia y el amor por el juego actúan como sus principales armas para enfrentar tanto los desafíos en el terreno de juego como los personales.

Continúa fomentando un ambiente de camaradería en el vestuario, y su filosofía de que "se cura con amor" se extiende más allá de los tácticos, tocando las fibras de la empatía humana.

En un escenario donde la fortaleza física suele ser predominante, Russo muestra su vulnerabilidad, compartiendo su historia y enfrentándose a un tabú que muchos prefieren evitar: el dolor que acompaña a la enfermedad.

Con una sonrisa permanente y una disposición favorable, Russo ha aprendido a enfrentar cada desafío con valentía y determinación.

Este enfoque lo ha llevado a dar un mensaje claro, tanto dentro como fuera del campo: el cáncer no discrimina, y sus luchas no se definen solo por el deseo personal de salir adelante.

A lo largo de su trayectoria, ha recibido lecciones de vida invaluables que lo han formado no solo como entrenador, sino también como ser humano.

Recuerda particularmente las enseñanzas de Eduardo Luján Manera, con quien compartió momentos clave durante su etapa en Estudiantes.

Manera le explicó que incluso los desafíos más duros pueden convertirse en oportunidades de aprendizaje.

Esta lección lo acompañó durante su época más difícil, donde la fortaleza mental y la tenacidad se convirtieron en sus aliadas.

Como hombre de familia, Miguel también ha cosechado amor y apoyo constante.

Detrás de su éxito se encuentra su esposa Mónica, sus hijos y su extensa familia, que le han brindado apoyo en cada paso de su recuperación.

Junto a ellos, su nonna María, figura central en su vida, le enseñó sobre cultura y pasión que perduran hasta hoy.

A medida que avanza su carrera en el fútbol, su relación con Joan Manuel Serrat se ha mantenido, reflejando una amistad basada en el respeto y la admiración.

La positividad con la que enfrenta cada día inspira a muchos a seguir luchando por su bienestar y siempre recordar que, aunque las batallas sean duras, no están solos en la pelea.