Boca Juniors atraviesa un año crítico en la liga, con escasas victorias y una incertidumbre alta sobre su futuro en la Copa Libertadores.
El clima en Buenos Aires no es el único tormentoso para los jugadores de Boca Juniors.
En medio de intensas lluvias, el equipo se entrena, quizás como un castigo, pero también como una respuesta clara del entrenador Fernando Gago tras el más reciente partido que dejó al equipo en una situación crítica.
Los hinchas están indignados, no solo por un año que no ha correspondido a los estándares del club, sino también por el desempeño inconsistente que han mostrado.
Actualmente, Boca se encuentra en uno de los años más oscuros de su historia moderna, y la llegada de Gago no ha traído los resultados esperados.
Las expectativas se centraban en el cambio de dirección técnica, pero los últimos cuatro encuentros han dejado más preguntas que respuestas, especialmente ante el inminente desafío que representan Godoy Cruz, su rival en la próxima fecha.
Con un partido que se celebrará mañana a las 19:30 en La Bombonera, la gran interrogante persiste: ¿podrá el club clasificar para la Copa Libertadores 2025?
Los números son alarmantes.
Boca Juniors acumula actualmente 25 puntos en la Liga Profesional, ocupando el 17° puesto y a 14 puntos del líder Vélez, sin posibilidades de alcanzar el título, a pesar de que exista una remota posibilidad matemática.
En sus 20 partidos, el equipo apenas ha logrado seis triunfos.
Esto se agrava en la tabla general, donde su futuro en la Copa Sudamericana también se encuentra en entredicho.
Con 50 puntos, aún mantiene opciones para la máxima competencia continental, pero para ello necesita urgentemente victorias, especialmente tras ganar uno de sus últimos siete encuentros.
El reto se vuelve aún más difícil con tres de sus siguientes siete partidos fuera de casa, comprometido contra Sarmiento, Huracán y Newell's.
La escena es desoladora: los jugadores abandonan el campo cabizbajos, reflejando un ciclo de frustración y bajo rendimiento.
Boca Juniors empata contra Nacional de Potosí en la Copa Sudamericana
Boca Juniors y Nacional de Potosí empataron sin goles en un partido en el que el equipo argentino no logró aprovechar un penal. A pesar del dominio de Boca, la falta de contundencia dejó escapar la oportunidad de comenzar la Copa Sudamericana con una victoria.El equipo ha conseguido sólo cuatro victorias en 23 desplazamientos, situándose entre las diez peores actuaciones forasteras del club, solo superado por los registros de 1953 y 1957, 2010, 2013, 1994 y 1949. No recordaban una crisis semejante, pues no perdían cuatro partidos consecutivos como visitantes desde 2013, cuando Carlos Bianchi se vio obligado a dejar el equipo tras un ciclo que terminó en amarga despedida.
A lo largo del presente año, Boca ha disputado 50 partidos bajo la dirección de varios técnicos: 45 con Diego Martínez, uno con el interino Mariano Herrón, y cuatro con Fernando Gago.
De estos, solo han conseguido 21 victorias, acumulando 80 puntos de 150 posibles, cifra que no es suficiente para una institución de la envergadura de Boca.
Enfrentaron la eliminación en semifinals de la Copa de la Liga ante Estudiantes y en octavos de final de la Copa Sudamericana contra Cruzeiro.
La última oportunidad que les queda es la Copa Argentina, donde se presentarán el 27 de noviembre frente a Vélez, en Córdoba, buscando un pasaje a la final que les permita salvar la temporada.
Pero las estadísticas no son alentadoras.
Gago, en su breve paso, no ha logrado despertar el potencial del plantel, siendo esta la primera vez en 35 años que un entrenador comienza con cuatro partidos sin victorias.
La última vez que ocurrió esto fue con Carlos Aimar.
Mientras tanto, las estadísticas no mienten y reflejan un rendimiento escaso y desconcertante.
Entre lesiones, bajo rendimiento y falta de cohesión en el equipo, el desafío que enfrenta Gago es monumental.
'La única forma que conozco para lograr un resultado es trabajando', expresó Gago, mientras los hinchas exigen una reacción inmediata y la Bombonera se prepara para convertirse nuevamente en un termómetro de emociones contra su próximo rival.