Florencia Romano fue la primera árbitra en el fútbol argentino y un referente en la lucha por la igualdad de género en el arbitraje. A lo largo de su carrera, enfrentó obstáculos y desafíos, pero también logró dejar huella en la historia del deporte y ahora busca impulsar innovadores proyectos en su región natal, Tucumán.

Fue nacida en 1970 en Tucumán, una provincia del norte del país, donde en su infancia enfrentó las primeras negativas para desarrollarse en un rol que no era común para mujeres en esa época.
Su perseverancia la llevó a convertirse en pionera del arbitraje femenino, marcando un hito en la #historia del deporte nacional.
Romano se convirtió en la primera árbitra en dirigir partidos oficiales en Argentina, enfrentándose a una cultura deportiva que inicialmente la rechazaba.
La resistencia se manifestó en Tucumán, donde solicitó un partido de mayores y recibió negativas, pero ella mantuvo su propósito firme. Con estudios de arquitectura en Buenos Aires, y con un título de maestra mayor de obras, decidió reasumir su sueño de arbitrar, logrando su ingreso en la Asociación Argentina de Árbitros (SADRA), uno de los principales sindicatos del gremio.
Su lucha fue visible cuando, en 1998, Romano dirigió en Primera D, un paso fundamental para la incorporación de mujeres en el arbitraje de fútbol en Argentina.
En aquella época, el periodismo y la sociedad no estaban acostumbrados a ver a mujeres en roles de liderazgo dentro del campo. La recibieron con banderas y carteles que decían “para dirigir te falta un pedazo”, además de un ramo de flores en el centro de la cancha. Luego, en 2000, formó parte del grupo de árbitras en partidos de Primera B, junto a otras pioneras como Alejandra Cercato y Elvia Maldonado.
A pesar de su trabajo y dedicación, Florencia nunca pudo convertirse en la árbitra principal de un partido en la máxima división del fútbol argentino, la Liga Profesional.
La barrera se mantenía, entre otras cosas, en el techo invisible que aún rodea a muchas árbitras, que solo llegan a roles de asistencia o en el sistema VAR, en lugar de ser árbitras principales.
Antes de que la pandemia la alejara de la dirección en partidos oficiales, Romano dirigió eventos en categorías juveniles y en el fútbol femenino, donde su presencia era notable.
Además, pseudónimamente, incursionó en la música y la pintura, abordando nuevos intereses. Como Francesca Riviere, empezó a pintar y a cantar, actividades que moderna y artística en su vida, aportándole una dimensión creativa que complementa su pasión por el deporte.
Una figura controvertida y con gran poder en la historia del fútbol argentino
Su relación con la autoridad del fútbol no siempre fue positiva. Después de la muerte de Julio Grondona en 2014, reconoció que su vínculo con la dirigencia se había resquebrajado. En conversaciones, relata que Grondona, una figura controvertida y con gran poder en la historia del fútbol argentino, en varias ocasiones le manifestó su rechazo hacia las árbitras y las mujeres en roles técnicos.
Sin embargo, ella recuerda con respeto su carácter, y admira su capacidad para mantenerse políticamente en el poder en diferentes períodos históricos de la Argentina.
Romano también ha hablado sobre la situación actual del #arbitraje femenino en Argentina. Asegura que, si bien ha habido avances, todavía existe una gran diferencia con respecto a las oportunidades y el reconocimiento en las categorías superiores.
La mayoría de las árbitras que logran llegar a Primera lo hacen en roles de asistencia o VAR, y muy pocas en calidad de árbitras principales.
Más allá del fútbol, Florencia ha desarrollado otros #proyectos culturales y deportivos. Actualmente, enseña ajedrez, Tai Chi, francés y dibujo, actividades que complementan su búsqueda personal de crecimiento integral. También expresa su interés en potenciar el deporte desde su región natal, Tucumán, y especialmente en promover proyectos que integren la mente y la cuerpo en la entrenamiento de deportistas.
Uno de sus futuros planes es colaborar con clubes locales, en un proyecto innovador que busca mejorar el rendimiento físico a través de técnicas mentales, algo inédito en el fútbol regional.
Además, expresa su deseo de seguir vinculada al deporte desde la formación, aportando su experiencia y conocimientos para que más mujeres puedan acceder a roles de liderazgo en el arbitraje.
En cuanto a su vida personal, Romano explicó que decidió priorizar su independencia y bienestar, por lo que vive sola en Tucumán, cuidando especialmente a su madre, quien sufrió un ACV y requiere de cuidados constantes.
La artista asegura que su vida fue y seguirá siendo un camino de decisiones propias, que la llevan a seguir explorando diferentes ámbitos y a mantener vivo su espíritu inquieto.
Finalmente, Florence Romano se presenta no solo como una pionera del arbitraje femenino en Argentina, sino también como una mujer multifacética que, a través de la cultura y el deporte, busca impulsar cambios y abrir caminos para nuevas generaciones.