El presidente de la AFA, Claudio Tapia, fortalece su posición en la organización a través de estrategias políticas que le permiten lidiar con desafíos actuales.
Claudio Tapia, actual presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ha logrado construir una pirámide de poder basada en sólidas conexiones políticas, lo que le ha permitido consolidar su control sobre la organización.
Su relación con figuras influyentes a nivel provincial, así como sus vínculos históricos, son clave para entender su ascenso.
Uno de los fundamentos de su red de contactos es su conexión con Hugo Moyano, su ex suegro, quien le facilitó el acceso a la Ceamse, entidad encargada de la gestión de residuos en el país.
A medida que se enfrenta a nuevas amenazas, como la expansión de las Sociedades Anónimas Deportivas, Tapia ha decidido fortalecer aún más sus alianzas, particularmente con el kirchnerismo.
Su relación con Axel Kicillof, actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, se ha vuelto fundamental.
Aunque Kicillof no es particularmente aficionado al fútbol, su oposición a Javier Milei une a ambos en una lucha política importante.
En este contexto, la AFA está considerando trasladar su sede de Viamonte 1366 a Ezeiza, lo que le permitiría operar bajo la supervisión de la Dirección de Personas Jurídicas de La Plata.
Esto representaría un cambio estratégico, alejándose de la influencia de la Inspección General de Justicia de la Nación.
La relación con el intendente Julio Alak podría facilitar una mudanza sin contratiempos.
La estructura interna de la AFA también ha sido objeto de atención.
La lista de los 31 dirigentes que acompañarán a Tapia fue divulgada, destacando la presencia de Juan Román Riquelme como primer vicepresidente.
Este posicionamiento, aunque no indica un orden de jerarquía, es un guiño a sus raíces en Boca, el club donde Riquelme es una figura mítica.
En este escenario, ambos comparten un enemigo común: Mauricio Macri.
Dentro de la AFA, el rol de Pablo Toviggino, una figura cercana a Tapia, es fundamental.
Como tesorero, Toviggino maneja los recursos y supervisa la gestión arbitral, lo cual lo convierte en una figura influyente en la toma de decisiones del fútbol argentino.
Su vinculación con el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, refuerza esta conexión política.
Los demás dirigentes que conforman el nuevo gabinete están igualmente relacionados con el poder provincial.
Carlos Montaña, vicepresidente de Independiente, además de ser parte de las políticas de seguridad de Kicillof, y Mariano Cowen, presidente de Gimnasia, son dos ejemplos de esta convergencia entre el fútbol y la política bonaerense.
Además, la presencia de otros nombres, como Fabián Berlanga de Vélez y Gabriel Greco de Atlanta, confirma la alineación de la AFA con el actual gobierno.
Entre las figuras también se encuentra María Sylvia Jiménez, quien representa por primera vez a la mujer en este espacio.
Su inclusión es un mensaje relevante en términos de diversidad dentro del fútbol argentino.
Este nuevo esquema de liderazgo promete no solo mantener el control de Tapia sobre la AFA, sino también abrir un camino para las reformas necesarias en el fútbol argentino, en un ambiente donde las tensiones políticas y deportivas coexisten.
En conclusión, la estrategia de Claudio Tapia de afianzar su posición a través de alianzas políticas refleja una dinamicidad que podría tener repercusiones significativas en el futuro del fútbol.
La manera en que maneje esta interrelación entre deporte y política será crucial no solo para la AFA, sino también para la evolución del fútbol en Argentina en un contexto cada vez más complejo.