La Junta de Castilla y León y Pascual firman un acuerdo para potenciar el cultivo de soja en la región, promoviendo su adaptación, sostenibilidad y alto valor añadido, en un paso clave hacia un modelo agroalimentario más innovador y competitivo.

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La Junta de Castilla y León y la reconocida empresa Pascual han anunciado hoy una colaboración estratégica con el objetivo de impulsar el cultivo de soja en la región, un sector con gran potencial para transformar el paisaje agrícola local.

La firma de un protocolo de colaboración formaliza la continuidad de los ensayos que buscan determinar qué variedades de soja se adaptan mejor a las condiciones climáticas y agropecuarias de la comunidad, fomentando así un modelo de agricultura más sostenible y rentable.

Este acuerdo, que refuerza una alianza iniciada en 2005 y retomada con fuerza en los últimos años, contempla la realización de estudios agronómicos avanzados en diferentes localidades de Castilla y León.

La finalidad es identificar variedades de soja de alta calidad, con rendimientos que pueden superar las 6.500 kg por hectárea, y niveles de proteína superiores al 40 %, valores que hacen a esta leguminosa una opción muy atractiva para el mercado local y europeo.

El cultivo de soja en España, aunque todavía con poca tradición, está experimentando un auge debido a la creciente demanda de proteínas vegetales en Europa, la necesidad de reducir las importaciones y las exigencias medioambientales de la Unión Europea.

Castilla y León, con más de 500 hectáreas sembradas en 2024 y rendimientos medios de alrededor de 4.900 kg por hectárea, se posiciona como una región con un enorme potencial para liderar esta transición agrícola.

Desde 2019, la Junta ha promovido diversas iniciativas para diversificar los cultivos tradicionales, fomentar la economía circular en zonas rurales y apoyar a la industria agroalimentaria local.

Los ensayos realizados en 40 localidades con diferentes cultivos, entre ellos la soja, han demostrado la viabilidad técnica y económica de su producción en la región.

El cultivo de soja presenta múltiples beneficios agronómicos. La leguminosa ayuda a mejorar la fertilidad del suelo al fijar nitrógeno atmosférico, lo que reduce la dependencia de fertilizantes minerales y favorece rotaciones agrícolas más sostenibles.

Además, requiere menos agua que otros cultivos de regadío, una ventaja significativa en un contexto de cambio climático y escasez hídrica. La soja también contribuye a diversificar la producción agrícola y puede convertirse en un motor económico para los agricultores de Castilla y León.

El viceconsejero de Políticas Agrarias, Jorge Llorente, expresó su apoyo a esta iniciativa: “La apuesta por la soja representa un paso firme hacia el futuro del sector agrícola en Castilla y León.

Es una oportunidad para innovar, promover la sostenibilidad y ofrecer productos de alto valor añadido que posicionen a la región como referente en cultivos alternativos”.

Por su parte, Óscar Hernández, director de Asuntos Públicos de Pascual, destacó la importancia de la colaboración público-privada en la innovación agrícola: “Trabajar con la Administración regional nos permite experimentar y desarrollar variedades que puedan adaptarse a las condiciones locales, garantizando calidad y sostenibilidad”.

Este impulso al cultivo de soja en Castilla y León coincide con tendencias internacionales que muestran un interés creciente en las leguminosas, consideradas esenciales para lograr sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes.

Países como Estados Unidos, Brasil y Argentina han desarrollado desde hace décadas una industria soja muy consolidada, exportando millones de toneladas anualmente, con valores que en Europa equivaldrían a unos 5.800 euros por tonelada.

El compromiso de la Junta y Pascual refleja una visión a largo plazo en la que la innovación, la sostenibilidad y el valor añadido se combinan para fortalecer el campo de Castilla y León, generando empleo, mejorando la economía rural y contribuyendo a un modelo agrícola más justo y respetuoso con el medio ambiente.

Con estas acciones, la región se posiciona como un referente en la adopción de cultivos alternativos que pueden marcar la diferencia en el panorama agrícola nacional e internacional.