Una tormenta excepcional en Buenos Aires movilizó a más de 2.300 agentes municipales para evitar inundaciones y brindar asistencia a los municipios vecinos afectados por las lluvias intensas. La infraestructura urbana soportó casi 200 milímetros de agua en un solo día, sin que se registraran anegamientos en las calles porteñas.

El sábado 17 de mayo de 2025, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires enfrentó una de las tormentas más intensas en su historia reciente, con precipitaciones que superaron ampliamente el promedio habitual para el mes de mayo.
Según datos oficiales, en apenas un día cayeron más de 170 milímetros de agua, alcanzando picos de hasta 190 mm en algunos barrios, lo que equivale a cerca de 1.900 litros por metro cuadrado. Para poner en contexto, esta cantidad de lluvia puede ser comparable a una fuerte tormenta que en otros países podría considerarse de intensidad extrema.
A pesar de la magnitud del evento, las calles de la capital permanecieron libres de inundaciones, un logro que refleja la eficacia del operativo coordinado por las autoridades locales.
Más de 2.300 agentes del área de pluviales, arbolado y higiene urbana trabajaron desde horas tempranas para garantizar la correcta evacuación del agua y prevenir que los anegamientos afectaran a los residentes.
El Jefe de Gobierno, Jorge Macri, acompañado por su equipo en el Centro Único de Coordinación y Control (CUCC) de Chacarita, supervisó en tiempo real el despliegue de recursos y la respuesta ante la tormenta.
El operativo incluyó revisiones preventivas de sumideros, limpieza de canales y monitoreo constante de los pasos bajo nivel, además de la atención a emergencias relacionadas con ramas caídas o árboles en peligro, reportadas a través de canales oficiales como el 147 y la web BA Colaborativa.
La infraestructura de la ciudad, que cuenta con más de 30.000 sumideros y 840 kilómetros de conductos subterráneos, fue sometida a mantenimiento preventivo para garantizar su funcionamiento ante eventos de gran intensidad.
Este evento climático, además, motivó a la Ciudad a colaborar con los municipios bonaerenses más afectados por las lluvias, como Zárate y Campana.
Desde el gobierno porteño, se enviaron recursos como ropa de abrigo, frazadas y colchones, además de botes a motor para facilitar rescates en zonas inundadas.
La ayuda se extendió en un esfuerzo conjunto para atender las necesidades de las comunidades vecinas, que también enfrentan las consecuencias de la crisis climática global.
Históricamente, Buenos Aires ha enfrentado eventos similares, pero la tendencia de lluvias cada vez más intensas y frecuentes ha obligado a las autoridades a reforzar sus protocolos de respuesta.
La gestión del riesgo en la ciudad ha evolucionado desde las inundaciones de la década de 1980, que causaron graves daños y pérdidas humanas, hasta las medidas preventivas actuales que incluyen infraestructura moderna, monitoreo en tiempo real y campañas de concientización ciudadana.
El ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, Ignacio Baistrocchi, destacó que “hacemos un mantenimiento permanente del sistema pluvial, realizamos obras de limpieza y adecuación de arroyos, y activamos protocolos especiales en casos de tormentas”.
La preparación y la rápida respuesta permitieron que, a pesar de las lluvias extremas, no se registraran inundaciones significativas en la ciudad. Además, se mantiene la alerta por posibles lluvias adicionales y vientos fuertes en las próximas horas, por lo que las autoridades recomiendan extremar precauciones.
Este evento refuerza la importancia de la inversión en infraestructura urbana y de la coordinación entre diferentes áreas de gobierno para afrontar desafíos climáticos cada vez más frecuentes.
La experiencia acumulada y los recursos desplegados en esta ocasión sirven como ejemplo de cómo una ciudad puede responder eficazmente a fenómenos meteorológicos extremos, minimizando los daños y protegiendo a sus habitantes y a las comunidades vecinas.