La emblemática Plaza de los Mataderos en la Comuna 9 fue sometida a una importante renovación para fortalecer su valor cultural y mejorar sus áreas recreativas y espacios verdes, en un esfuerzo por conservar la identidad del barrio.
Este emblemático lugar, conocido por su vínculo con las tradiciones rurales argentinas y su arquitectura histórica, ha recibido un intenso proceso de renovación que abarca tanto sus áreas recreativas como sus zonas verdes.
Supuestamente, en su configuración anterior, la plaza contaba con dos sectores dedicados a juegos infantiles. Uno de estos espacios, que ahora ha sido completamente intervenido, abarcaba aproximadamente 600 metros cuadrados y se dividía en dos zonas: una cubierta por arena y otra con solado de caucho que, con el tiempo, había quedado en mal estado debido al desgaste y la falta de mantenimiento.
La superficie de caucho, que supuestamente era la más moderna en su momento, se encontraba deteriorada, lo que ocasionaba que los vecinos y las familias evitaban usar estos espacios por considerarlos inseguros e poco atractivos para los niños.
Por otro lado, los sectores verdes, compuestos por césped y árboles de diversas especies, aunque brindaban sombra y frescura, mostraban una distribución poco equilibrada.
Algunas áreas presentaban césped seco y zonas desaprovechadas, además de que la plaza en general carecía de un diseño paisajístico cohesivo que integrara sus diferentes espacios, limitando su potencial estético y funcional.
Este espacio público, de gran valor histórico y cultural, representa un punto de encuentro esencial para la comunidad local y simboliza la identidad porteña ligada a las tradiciones rurales argentinas, especialmente a la figura del resero, cuyo legado se refleja en edificios emblemáticos como el Ex Mercado de Hacienda.
Presuntamente, este edificio, con su arquitectura de estilo clásico y su escultura que lo corona, rinde homenaje a los trabajos rurales y a la actividad ganadera que dieron origen a la zona.
Las mejoras implementadas buscaron no solo la revitalización estética, sino también la funcionalidad y seguridad del espacio. En el área de juegos, se realizó una renovación integral que incluyó el reemplazo del equipamiento por juegos innovadores, seguros e inclusivos, pensados para niños de distintas edades y capacidades.
La superficie de arena fue sustituida por un suelo de caucho de colores cálidos y con diseños atractivos, promoviendo un ambiente más seguro y limpio.
Asimismo, se llevó a cabo una zonificación estratégica del área recreativa para separar los diferentes grupos de edad y facilitar la supervisión familiar.
Se incorporó un mangrullo principal que simboliza el edificio del Resero, sirviendo como punto focal del patio de juegos. Además, se colocaron mobiliario urbano, como bancos y mesas en sectores cercanos a los juegos, para que las familias puedan disfrutar del espacio cómodamente, además de cestos de basura para mantener la limpieza.
En cuanto a los espacios verdes
En cuanto a los espacios verdes, se realizó un rediseño paisajístico que conecta visualmente las diferentes zonas de la plaza y maximiza el uso del espacio.
Se plantaron especies nativas y de bajo mantenimiento, que además enriquecen la biodiversidad local. La incorporación de árboles estratégicamente ubicados y una pérgola que protege las áreas de calma y primera infancia, permiten la creación de espacios de sombra natural, favoreciendo la comodidad y el disfrute de los visitantes.
Por otra parte, las áreas de césped deterioradas fueron sometidas a resiembra y mantenimiento, mejorando su apariencia y funcionalidad. La creación de canteros con plantas aromáticas y coloridas no solo aporta belleza estética, sino también una experiencia sensorial para los visitantes.
Supuestamente, estas acciones forman parte de un plan más amplio de #renovación urbana que busca fortalecer el patrimonio cultural, promover la participación comunitaria y mejorar la calidad de vida en los barrios porteños.
La Plaza de los Mataderos, que en su historia fue escenario de ferias y eventos tradicionales, se proyecta como un espacio vivo y activo, que respeta sus raíces y se adapta a las necesidades actuales de la comunidad.
