Descubre cómo enfrentar la ecoansiedad y adoptar hábitos sostenibles para un futuro mejor. Consejos prácticos y reflexiones para hacer cambios individuales y colectivos.

Estas palabras son de Ecoansias, un libro que tiene el mismo objetivo que este artículo: sentir la comprensión de alguien que sufre lo mismo que tú, la ecoansiedad inherente al intento de llevar una vida más sostenible, y acercarte a la esperanza hablando de lo que puedes hacer y no solo de la 'irremediable debacle' hacia la que nos dirigimos (y, en parte, ya estamos). La periodista ambiental, Irene Baños Ruiz, nos acompaña en el camino hacia una "nueva normalidad, una normalidad sostenible".

"Entre toda una maraña muy eco y no siempre lógica, empieza mi historia como ecoansias", afirma Irene en su libro.

La mía también fue así. Una historia de búsqueda donde parece que ninguna de las decisiones es la correcta.

Porque los problemas ambientales "se van haciendo bola en la boca y nudo en el estómago". El resultado es la ecoansiedad: el miedo e impotencia ante un futuro poco prometedor, "por usar un eufemismo", apunta la periodista.

La "madre del cordero en materia psicológica ambiental", que dice Irene, suele llegar en la primera etapa del viaje hacia la sostenibilidad, cuando estamos en modo recopilación de información y empezamos con los cambios individuales.

Y nos obsesionamos con estos: "Ese agobio por una perfección inalcanzable te quita la energía para ver que realmente hay gestos mucho más trasformadores, sin necesidad de llegar a esa perfección". Como elegir un viaje en tren en vez de en avión.

"Es mejor hacer colectivo fuera, aunque seas imperfecta, que intentar imponerte a ti misma una perfección que no vas a conseguir.

Si no vas a acabar tirando la toalla y seguramente te vas a hacer daño por el camino". Llegamos a la siguiente etapa: los cambios colectivos.

Buscar grupos locales es la manera de ver que hay personas de nuestro entorno que ya están actuando.

Personas con las que poder hablar cuando la ecoansiedad ataque de nuevo, "que puedas decir, bueno, no estoy sola en esto".


Aquí van algunos tips para una vida sostenible.

Lo principal es reducir el consumo: "Lo que no significa vivir en una cueva, pero sí prescindir de cosas que no son necesarias". Un ejemplo es la carne.

"Aunque sí que hay que reducir drásticamente el consumo de carne, yo nunca digo que hay que pasarse al veganismo, sino que todo tiene que ir acompañado de una reflexión: ¿de dónde viene cada producto? ¿qué es lo más sostenible donde tú vives?". La periodista nos da tres claves para ayudarnos a la hora de tomar decisiones con la comida: local, de temporada y principalmente vegetal.

Otra acción es apostar por las energías renovables: "Muchas veces lo vemos como algo de las empresas o los gobiernos, sin embargo, puedes contratar una cooperativa de energía renovable en casa, por ejemplo". Irene también nos anima a votar, como otra forma de exigir los cambios necesarios para que tomar decisiones sostenibles esté al alcance de nuestra mano y bolsillo.

Además, pone el foco en desmontar un arraigado mito: "El cambio climático no entiende de ideologías".

Durante un tiempo perseguí que mi ecoansiedad desapareciera.

Tiempo después he descubierto que ese no era el problema.

"La ecoansiedad es la señal de supervivencia, que te dice que hay un peligro, el león está detrás de ti y tienes que correr", explica Irene.

Ahora sé que lo importante no es no tener ecoansiedad, sino saber hacia dónde tenemos que correr.

Irene defiende que cada cual haga lo que pueda, lo que le permitan sus circunstancias, y hasta donde se sienta cómoda.

"Lo importante es entender que, por una vez, todos remamos en la misma dirección". Espero que tras leer estas líneas el camino esté para ti algo más iluminado.