Analizamos cómo General Motors ha enfrentado las políticas comerciales de Estados Unidos, sus inversiones en producción local y las lecciones aprendidas en el proceso.
Desde su fundación en 1908, General Motors ha sido un referente en la industria automotriz mundial, marcando hitos en innovación, producción y expansión global.
Sin embargo, en los últimos años, la compañía ha enfrentado desafíos significativos debido a las políticas comerciales de Estados Unidos, especialmente en relación con los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump.
Durante la década pasada, GM ha tenido que adaptarse a un entorno comercial cada vez más complejo. La imposición de tarifas sobre importaciones, principalmente en acero y aluminio, ha aumentado los costes de producción y ha obligado a la empresa a replantear sus estrategias de fabricación.
En 2018, cuando se negociaba el acuerdo comercial USMCA, las conversaciones entre la administración Trump y GM no estuvieron exentas de tensiones. La compañía, que en ese momento estaba en proceso de cerrar su planta en Lordstown, Ohio, enfrentaba una difícil situación. La decisión de cerrar la planta, que producía principalmente autos pequeños, generó críticas y fue utilizada como una arma política, aunque Trump afirmó que esas decisiones no estaban relacionadas con los aranceles.
Las tarifas impuestas en 2018 y 2019 tuvieron un impacto directo en los costes de los vehículos. Los economistas estiman que los aranceles añadieron entre 1.800 y 11.600 euros por coche en costos adicionales, afectando tanto a fabricantes como a consumidores. GM, que reportó que estos aranceles le costaron hasta 4.500 millones de euros, tuvo que tomar decisiones difíciles para mantener su competitividad.
A pesar de los obstáculos, GM ha invertido en la fabricación local para reducir el impacto de estos aranceles. En mayo de 2024, anunció una inversión de aproximadamente 770 millones de euros en su planta de propulsión en Nueva York, destinada a producir la próxima generación de motores V8.
Además, la compañía ha ampliado la producción de transmisiones en su planta de Toledo, Ohio, fortaleciendo su cadena de suministro en EE.UU.
La CEO de GM, Mary Barra, ha reconocido públicamente que la compañía podría haber manejado mejor sus relaciones con la administración Trump en el pasado.
En una conferencia en Nueva York, afirmó que las experiencias previas le han dejado lecciones importantes. "Cuando no estuvimos alineados en algunos aspectos, creo que GM pudo haber gestionado mejor ciertas situaciones," comentó Barra. "Hicimos algunos ajustes y deberíamos haberlos ejecutado de manera más eficiente para posicionarnos mejor."
Barra también destacó que, pese a las tensiones, GM ha mantenido un diálogo abierto con el gobierno estadounidense, con la esperanza de que ambos compartan el objetivo de fortalecer la industria automotriz nacional.
La política de tarifas, que en 2024 alcanzó un 25% en vehículos importados y en partes, ha generado incertidumbre en la industria.
La compañía también ha enfrentado decisiones en cuanto a precios. Mientras otros fabricantes, como Ford, optaron por ofrecer descuentos para compensar los costes adicionales, GM ha preferido mantener su estrategia de precios, confiando en la eficiencia de su producción y en su capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones de mercado.
En el contexto global, GM continúa siendo una de las empresas más innovadoras, liderando en vehículos eléctricos y autónomos. Sin embargo, la historia reciente ha dejado claro que la política comercial de EE.UU. puede tener efectos profundos en su operativa. La experiencia ha enseñado a GM la importancia de la negociación y de la adaptación constante para seguir siendo un referente en la industria automotriz mundial.
A medida que las políticas comerciales de Estados Unidos evolucionan, GM sigue trabajando en diversificar su producción y en fortalecer su presencia en el mercado local, con la esperanza de minimizar los efectos de futuras medidas proteccionistas y seguir innovando en un sector en rápida transformación.