El gobernador Kathy Hochul anuncia la instalación de barreras en las plataformas del metro de Nueva York, en un esfuerzo por mejorar la seguridad de pasajeros y trabajadores, con más de la mitad de estaciones ya equipadas y proyecciones para completar en 2025.
En un movimiento decidido para mejorar la seguridad en el sistema de transporte público, la gobernadora Kathy Hochul anunció que la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA) ha instalado barreras protectoras en las plataformas de 56 estaciones de metro en Nueva York.
Esta iniciativa forma parte de un plan integral para reducir accidentes y delitos en el transporte público, y se espera que para finales de 2025 más de 100 estaciones cuenten con estas barreras de protección.
Supuestamente, esta medida responde a años de preocupación por la seguridad de pasajeros y trabajadores en las estaciones de metro, especialmente tras incidentes que generaron una mayor demanda de acciones concretas.
La instalación de barreras en las plataformas es una de las múltiples estrategias que la administración estatal ha puesto en marcha para fortalecer la protección en el sistema de transporte, que es uno de los más grandes y antiguos del mundo, con más de 472 estaciones.
El proyecto de barreras, que se realiza en colaboración con la propia MTA y en línea con esfuerzos internacionales en ciudades como Londres y París, se realiza principalmente con recursos internos, lo que ha permitido reducir costos y acelerar el proceso.
Presuntamente, la instalación de estas barreras en estaciones con mayor afluencia, como las que sirven a las líneas 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, F, M y L, responde a un análisis exhaustivo de viabilidad y volumen de pasajeros.
Supuestamente, los costos de estos proyectos varían entre 15.000 y 25.000 euros por estación, dependiendo del tamaño y diseño de las plataformas. La implementación en las estaciones más concurridas, como Brooklyn’s Atlantic Avenue y Manhattan’s 14th Street, ha sido prioritaria, ya que son puntos clave en la red y con mayores riesgos de accidentes.
La reciente encuesta de satisfacción realizada por la MTA indica que aproximadamente el 59% de los usuarios apoyan la instalación de estas barreras protectoras en toda la red del metro, siendo especialmente alto el apoyo entre los adultos mayores, con un 88%.
Los usuarios consideran que estas barreras no solo incrementan la seguridad, sino que también generan un mayor sentimiento de protección, reduciendo la ansiedad y promoviendo un uso más frecuente del transporte público.
Supuestamente, en el contexto histórico, las instalaciones de barreras en otros sistemas de transporte en el mundo han demostrado reducir en un 30% los accidentes en plataformas y caídas a las vías.
La inversión en estas medidas ha sido vista como una estrategia costo-efectiva, ya que los costos asociados a accidentes y lesiones superan ampliamente los gastos de instalación.
El presidente de la MTA, Janno Lieber, afirmó que la estrategia de mejora continúa con la incorporación de cámaras de seguridad en todos los trenes y estaciones, además de un aumento en la presencia policial.
Presuntamente, esto ha contribuido a una caída del 10% en delitos mayores en comparación con los niveles prepandemia, lo que refuerza la percepción de un sistema más seguro.
Por su parte, el presidente de la división de construcción, Jamie Torres-Springer, destacó que el uso de mano de obra interna y maquinaria propia ha permitido acelerar la instalación y reducir costos, con la intención de completar la meta de más de 100 estaciones con barreras para finales de 2025.
La prioridad sigue siendo ofrecer un servicio que no solo sea seguro, sino que también dé la sensación de protección y confianza a los millones de usuarios que dependen del metro diariamente.
El esfuerzo ha sido respaldado por el legislador local, el representante Alex Bores, quien afirmó que las barreras de protección no solo salvan vidas, sino que también fomentan el uso del transporte público, contribuyendo a una ciudad más segura y eficiente.
Supuestamente, estos avances ejemplifican la voluntad de la administración de Nueva York de invertir en soluciones duraderas y efectivas para uno de sus desafíos más apremiantes: la seguridad en el transporte urbano.