Viñedos en el Okanagan experimentan nuevas estrategias para proteger sus cultivos de vino tras la devastadora ola de frío que afectó al 95% de la cosecha del año pasado.

Los viñedos en la región de Okanagan, en Columbia Británica, están buscando nuevas formas de proteger sus cultivos de vino tras haber enfrentado una devastadora ola de frío que eliminó el 95% de su cosecha de uvas el año pasado.

Este año, los productores están implementando diversas estrategias para mitigar el impacto de las temperaturas extremas y asegurar la supervivencia de sus vides.

Bobby Arcego, gerente de Black Hills Estate Winery, utiliza una técnica que consiste en cubrir las vides con una gruesa capa de paja.

"El año pasado, las temperaturas cayeron a -27 grados, incluso alcanzamos -29 grados en algunas áreas, lo que resultó en daños extensos y muerte de nuestras vides", explica Arcego.

Ante esta situación, los viticultores se preguntan si es viable cultivar uvas para vino en la región si no pueden proteger adecuadamente sus cultivos.

Una de las innovaciones que están probando incluye el uso de geotextiles, una tela blanca que ayuda a retener el calor del suelo.

"La superficie del suelo se congela, pero más abajo sigue caliente y produce calor que se eleva", señala Arcego.

También han implementado la práctica de cubrir las bases de las vides con tierra y mantillo, una técnica común en otras regiones vinícolas de clima frío que hasta ahora no había sido utilizada en Okanagan.

Ben Min Chang, un científico investigador de Agricultura y Agroalimentación de Canadá, comenta que estas técnicas podrían adoptarse fácilmente en la región, aunque advierte que son laboriosas y costosas, lo que podría limitar su rápida implementación entre los productores.

A pesar de estos desafíos, Chang enfatiza la importancia de experimentar con nuevos híbridos de uvas que sean más resistentes al frío, aunque existe incertidumbre sobre su perfil de sabor.

Por su parte, el enólogo Rowan Stewart, de Quail's Gate Winery en Kelowna, ha optado por una solución de alta tecnología.

Esta bodega también sufrió pérdidas significativas el año pasado y ha replantado alrededor del 50% de sus vides.

Stewart está probando un sistema de calefacción infrarroja mediante luces LED selladas al vacío.

Este sistema calienta las vides en lugar del aire circundante, lo que mitiga el impacto del viento frío.

Sin embargo, este método no es económico; cuesta entre 9,500 y 19,000 euros por hectárea.

A pesar del costo, Stewart sostiene que el calor que proporcionan es valioso.

"Si podemos elevar la temperatura de -26 a -20 grados, hemos pasado de enfrentar una crisis a quizás solo una mala cosecha", indica.

A partir de sus cálculos, si esta tecnología salva una sola cosecha, ya habrá valido la pena.

Con la esperanza de que los viticultores de la región encuentren la mejor manera de proteger sus cultivos, Stewart es optimista.

"Una vez que alguien descubra el método más económico y eficaz, se difundirá rápidamente a lo largo del valle y todos adoptaremos la práctica que mejor funcione", afirma.

La comunidad vitivinícola de Okanagan se encuentra decidida a encontrar soluciones que les permitan continuar produciendo vinos de calidad a pesar de los desafíos climáticos.