Un antiguo olmo en Toronto, considerado uno de los ejemplares más grandes y viejos de la ciudad, está en peligro de caer. Sin embargo, las autoridades universitarias y municipales trabajan en la recolección de sus semillas para garantizar su recuperación futura, preservando así un importante patrimonio natural y cultural.
En el corazón de Toronto, uno de los árboles más emblemáticos y de mayor edad, un majestuoso olmo que podría ser uno de los más antiguos en toda el área de Ontario, se encuentra en serio peligro.
La decisión municipal de retirar este ejemplar, debido a su debilitamiento, ha generado preocupación en la comunidad y en especialistas en ecología forestal.
No obstante, un equipo de la Universidad de Toronto ha decidido intervenir para salvar parte de su legado natural mediante un innovador programa de conservación.
El olmo en cuestión, localizado en la calle Barton Avenue, ha sido un símbolo en la comunidad durante más de un siglo. Con una altura de aproximadamente 40 metros y una circunferencia en su tronco de 5.5 metros, este árbol ha resistido a múltiples desafíos ecológicos y urbanísticos a lo largo del tiempo, incluyendo la famosa enfermedad holandesa del olmo, que devastó muchas especies similares en el pasado.
La historia de estos árboles en la ciudad está marcada por esfuerzos de conservación y la destrucción progresiva de sus ejemplares más grandes debido a plagas y expansión urbana.
El ecologista forestal y profesor de la Universidad de Toronto, Eric Davies, junto con sus estudiantes, se ha encargado de visitarlo recientemente para registrar sus dimensiones y recolectar semillas que permitirán plantar nuevas generaciones en el futuro.
Este proceso forma parte del Programa de Diversidad de Semillas de Árboles (TSDP), una iniciativa que busca asegurar la biodiversidad urbana mediante la reproducción de especies autóctonas.
Los recursos obtenidos de estas semillas serán distribuidos en viveros locales y, tras un proceso de crecimiento de cuatro a siete años, las plantas serán colocadas en parques y áreas verdes de la ciudad donde puedan prosperar.
Es importante destacar que en Toronto, la cantidad de árboles nativos como el olmo ha disminuido notablemente en comparación con especies invasoras que han desplazado su presencia.
Los esfuerzos de este programa buscan revertir esa tendencia, fortaleciendo la resistencia de los ecosistemas urbanos y preservando el patrimonio botánico de la ciudad.
El proceso de recolección de semillas se realiza con mucha cautela y respeto por parte de los expertos. En el caso de este olmo, reconocido por su tamaño y edad, la pérdida sería una gran pérdida para la comunidad y el medioambiente. Para honrar su importancia cultural y ecológica, el artista local Jode Roberts creó una placa conmemorativa que fue instalada en un poste cercano, resaltando su historia y su valor.
Roberts, quien reside en las cercanías y ha seguido de cerca la evolución del árbol, afirmó que la presencia de este ejemplar ha sido un punto de referencia y orgullo para el vecindario.
La historia del árbol se remonta a más de un siglo atrás, según archivos fotográficos y testimonios locales, y ha sido testigo del crecimiento y cambios en el barrio de Christie Pits.
El proyecto de recolección de semillas también cuenta con la colaboración de estudiantes de la Universidad de Toronto, quienes durante el verano miden, mapean y aprenden sobre las especies embrionarias que podrían volver a poblar la ciudad.
Uno de estos estudiantes, Sam Sedgwick, destacó la importancia de conservar estos ejemplares por su resistencia genética, ya que muchos otros olmos en Toronto han desaparecido debido a la enfermedad holandesa y el desarrollo urbano.
El impacto de estas iniciativas va más allá de la simple conservación: representan un esfuerzo consciente para restituir la biodiversidad, mejorar la calidad del aire, y mantener la historia natural de la ciudad.
La esperanza es que, con estas semillas protegidas y cultivadas, en unos años nuevos olmos puedan reverdecer en los parques y avenidas de Toronto, devolviendo a la ciudad un fragmento de su pasado ambiental.
Por lo tanto, aunque la pérdida del olmo en Barton Avenue parezca inminente, las acciones de los investigadores y la comunidad buscan que su legado perdure a través de nuevas plantas, asegurando que futuras generaciones puedan disfrutar de estos majestuosos árboles y la historia que representan en la evolución urbana de Toronto.