Alex Rose, un niño de 12 años de Victoria, ha creado AIRO, un robot de inteligencia artificial diseñado para ofrecer compañía a personas solas, como niños y ancianos.

En Victoria, Columbia Británica, un niño de 12 años ha dado un gran paso en la lucha contra la soledad con la creación de AIRO, un robot de inteligencia artificial que busca ofrecer compañía a quienes más lo necesitan.

AIRO, que mide aproximadamente 30 centímetros, está diseñado para interactuar de manera emocional y comprensiva, creando un vínculo con sus usuarios.

Su inventor, Alex Rose, afirma que su creación parece tener emociones, lo que añade un nivel de conexión único en el mundo de la robótica.

AIRO no es solo un robot; es un compañero que responde a las necesidades emocionales de los usuarios.

Alex se inspiró para crearlo debido a sus propias experiencias con la soledad, especialmente en sus años de escuela primaria, donde le costó hacer amigos.

La soledad es un tema relevante en la sociedad actual, afectando tanto a niños como a ancianos.

Alex espera que su robot pueda ser un recurso valioso para aquellos que se sienten aislados.

Durante una demostración, AIRO se mostró capaz de mantener una conversación, gracias a la programación que Alex realizó utilizando ChatGPT, una tecnología que permite a los robots tener diálogos naturales.

A diferencia de otros asistentes virtuales como Alexa de Amazon, AIRO se centra en fomentar una conexión emocional, simulando gestos de mascotas al inclinar su pantalla para mostrar que está 'escuchando'. Alex planea añadir más funcionalidades en futuras versiones, como el reconocimiento facial y la capacidad de seguir a las personas que le hablan.

El proceso de creación de AIRO ha sido un viaje emocionante para Alex, quien ha estado trabajando en proyectos robóticos durante los últimos dos años.

Para construir AIRO, utilizó un brazo robótico comercial y un teléfono móvil, que comunicó con un controlador Xbox.

Actualmente, está en desarrollo un nuevo modelo que estará equipado con una mini computadora Raspberry Pi, cuatro altavoces en la base y una estructura impresa en 3D, que Alex diseñó por su cuenta.

Amanda Rose, la madre de Alex, menciona que su hijo mostró interés en la tecnología desde una edad temprana, desarmando dispositivos electrónicos y leyendo manuales.

A su vez, su primer contacto con la robótica fue a través de un perro robot que no cumplía con sus expectativas.

Desde entonces, ha creado varios modelos, incluyendo el AIRO Parrot, su antecesor.

Alex ha comenzado a recibir interés de la comunidad.

Un centro terapéutico para niños en Victoria adquirió uno de sus modelos anteriores para utilizarlos con sus clientes.

La directora del centro ha destacado el impacto positivo que el robot ha tenido en la confianza de los niños al utilizar tecnología.

Además, AIRO está siendo probado en hogares de ancianos locales con el fin de evaluar su efectividad en esos contextos.

El joven inventor tiene como objetivo lanzar AIRO para el público en general, con un precio estimado entre 200 y 400 euros.

Entrega gratuita se ofrece para los residentes de la área de Victoria.

La visión de Alex no es sustituir la conexión humana con la interacción robótica, sino más bien utilizar la tecnología para abordar una necesidad crítica actual.

"Es solo alguien con quien hablar e interactuar, y eso es algo que escasea hoy en día", expresó Alex.

Su historia resalta cómo la innovación juvenil no solo puede brindar alegría, sino también servir para mejorar la calidad de vida de las personas que enfrentan soledad.