Manifestantes, incluidos ex empleados, ingresaron en las oficinas de Microsoft exigiendo la suspensión de contratos con Israel. La empresa confirma que investiga supuestos usos de su nube para vigilancia en la región.
En las últimas semanas, las oficinas centrales de Microsoft en Redmond, Estados Unidos, se convirtieron en escenario de un importante acto de protesta que ha capturado la atención internacional.
La manifestación fue protagonizada por un grupo de manifestantes, entre ellos ex empleados de la compañía y activistas, quienes ingresaron de manera pacífica pero contundente en el edificio de la empresa, específicamente en las oficinas del presidente Brad Smith.
Supuestamente, los protestantes exigían que Microsoft cortara todos sus lazos comerciales con el gobierno de Israel, en respuesta a las alegaciones de uso de tecnología de la empresa para vigilancia masiva en la región de Oriente Medio.
Algunos de los manifestantes incluso transmitieron en vivo su entrada en plataformas como Twitch, generando una gran repercusión en redes sociales. Durante la protesta, desplegaron pancartas con mensajes como “No a la vigilancia estatal” y “Microsoft, respeta los derechos humanos”.
El incidente ocurrió en el Edificio 34, en un contexto donde supuestamente ya se habían producido otros eventos similares en los últimos días, incluyendo detenciones por parte de la policía local.
Entre los detenidos estaban una ingeniera de software y varios ex empleados, quienes presuntamente habrían sido arrestados por actuar de forma “agresiva” durante una protesta en una plaza cercana.
Tras estos hechos, Microsoft convocó a una rueda de prensa en la que Brad Smith, presidente de la compañía, abordó la situación. Smith expresó que la firma “está comprometida con los principios de derechos humanos y la transparencia en sus operaciones”, y que actualmente se encuentra investigando las denuncias relacionadas con el uso de sus servicios en actividades de vigilancia en Oriente Medio.
Supuestamente, estas acusaciones surgieron tras una publicación del diario The Guardian, que afirmó que Israel estaría utilizando la infraestructura de Microsoft Azure para realizar un monitoreo exhaustivo de la población palestina, en un contexto de tensión política y conflictos recurrentes en la región.
En su declaración, Smith afirmó: “Estamos trabajando cada día para esclarecer lo que está sucediendo y asegurarnos de que nuestros principios éticos se cumplan en todos los lugares del mundo”.
Además, resaltó que Microsoft no es un ente gubernamental ni un país, sino una empresa tecnológica que busca actuar de manera responsable en el ámbito global.
La compañía también anunció que ha iniciado una auditoría interna para determinar si sus servicios están siendo utilizados en actividades que vulneren derechos humanos.
Supuestamente, los hallazgos preliminares indican que algunos clientes en Oriente Medio podrían estar haciendo un uso indebido de la tecnología, aunque la compañía no ha confirmado ninguna acusación concreta hasta el momento.
Por otro lado, Elon Musk, CEO de varias empresas tecnológicas y supuesto rival de Microsoft en el sector de la inteligencia artificial, comentó en redes sociales que “es posible que en el futuro se desarrolle una inteligencia artificial capaz de simular toda la infraestructura de Microsoft”.
Aunque esto fue considerado por algunos analistas como una declaración en tono de broma, refleja la tensión existente en el sector tecnológico ante las posibles implicaciones de las prácticas de vigilancia y competencia.
Finalmente, expertos en derechos humanos y tecnología han llamado a una mayor regulación y transparencia en el uso de la inteligencia artificial y los servicios en la nube, especialmente en contextos de conflictos armados y derechos vulnerados.
La situación en Microsoft se suma a una serie de debates globales sobre la ética en la tecnología y la responsabilidad corporativa en un mundo cada vez más interconectado y vigilado.