Una mujer en Fort St. John enfrenta un inesperado visitante en su puerta: un alce hembra. El relato de cómo manejó la situación a temperaturas extremas.

Una mujer en Fort St. John, Columbia Británica, tuvo una sorpresa inesperada cuando un alce hembra juvenil decidió hacer de su puerta de entrada su lugar favorito. La temperatura ese lunes por la mañana se encontraba muy por debajo de los -30 °C, pero esto no impidió que el alce se acercara, generando una situación peculiar para Chelsea Coles.

Al abrir su puerta, Coles tardó un momento en reaccionar ante este inusual visitante. 'Me asustó mucho, y antes de que pudiera darme cuenta, el alce estaba deslizándose en mi terraza helada', comentó en una entrevista. Para ella, la experiencia fue aterradora, ya que el alce mostró poco interés en marcharse. 'Podría haberlo tocado, pero lo que realmente hice fue cerrar la puerta y gritar', relató.

Con la necesidad de continuar con su rutina diaria, Chelsea decidió tomar acciones, armándose con una pala con la que trató de ahuyentar al alce.

Después de varios intentos, el animal finalmente comenzó a moverse, pero solo para regresar poco después, encontrándose de nuevo en la entrada de su casa.

‘Cuando volví a casa, ahí estaba nuevamente, acostada en mi puerta’, dijo. Esta situación forzó a Coles a contactar al Servicio de Oficiales de Conservación, quienes le indicaron esperar a que el alce se alejara, siempre y cuando no mostrara signos de agresión.

Durante una hora, Chelsea se quedó sentada en su coche, soportando el intenso frío y esperando que el alce decidiera marcharse. Mientras tanto, hizo algunas publicaciones en Facebook buscando consejos sobre cómo tratar con un alce que claramente no tenía intenciones de partir.

La respuesta fue unánime: alborotar, hacer ruido.

Siguiendo estas recomendaciones, encontró un cable de extensión y comenzó a hacer ruido, lo cual hizo que el alce se moviera, aunque no de manera definitiva.

‘No era agresivo, pero finalmente se alejó por mi camino. Fue un alivio’, comentó Coles.

A pesar del susto inicial y de tener que lidiar con el alce durante casi ocho horas, Chelsea enfatizó que nunca sintió preocupación por un ataque del animal, resaltando su estado de salud como bueno y deseando que con el clima más cálido, el alce se mantuviese en su hábitat natural.

Este tipo de encuentros no son raros en la región de Columbia Británica, donde los alces son frecuentemente avistados, especialmente en áreas cercanas a Fort St.

John. Según las estadísticas locales, los accidentes vehiculares son la principal causa de lesiones por alces, aunque los encuentros urbanos también requieren precaución.

Estos majestuosos mamíferos pueden, en ocasiones, sentirse atraídos hacia jardines en busca de alimento, lo que puede llevar a situaciones como la de Coles.

En conclusión, este curioso incidente resalta tanto la belleza como la imprevisibilidad de la vida silvestre en regiones cercanas a la naturaleza, y es un recordatorio de la necesidad de respetar su espacio mientras disfrutamos de su presencia.