El Chevrolet Tracker, uno de los modelos de SUV más vendidos en Argentina, comenzó a fabricarse en la planta de Alvear, Santa Fe, en una versión renovada que llegará al mercado local el próximo 24 de julio. La producción está destinada principalmente a exportación, con importantes mejoras en diseño y tecnología.
La planta de Alvear, ubicada en la provincia de Santa Fe, inició la fabricación de la última actualización del Chevrolet Tracker, uno de los SUV más vendidos en Argentina y una pieza clave en la historia automotriz del país.
Desde su primera aparición en el mercado local en julio de 2022, el Tracker ha sido un modelo destacado por su relación precio-valor, eficiencia y popularidad entre los consumidores.
Esta nueva versión, basada en la segunda generación lanzada en 2020, presenta importantes novedades tanto en diseño como en tecnología. La producción en Alvear refuerza el compromiso de General Motors con la industria nacional, aunque también se continúa fabricando en Brasil. La estrategia de GM es orientar la mayor parte de la producción a la exportación, aprovechando la calidad y la eficiencia de su planta santafesina.
Para optimizar los procesos productivos, la planta de Alvear incorporó modernas herramientas en las áreas de prensa y carrocería, además de realizar adaptaciones en la línea de ensamblaje.
Esto subraya la importancia que la compañía asigna a esta planta, considerando que el Tracker ha sido uno de los principales motores de ventas de Chevrolet en Argentina y en otros mercados de la región.
El nuevo diseño exterior del Tracker supone cambios en la parrilla, que ahora es de forma rediseñada y más moderna, junto a un conjunto de faros de dos niveles que le otorgan un aspecto más dinámico y aerodinámico.
El paragolpes también fue actualizado, integrando elementos que mejoran la eficiencia aerodinámica y las funciones de iluminación, incluyendo nuevos faros LED, tanto en la parte delantera como en la trasera, que cuenta con ópticas renovadas, en sintonía con las tendencias de diseño en el segmento.
Por dentro, la cabina del Tracker ha sido mejorada con materiales de mejor calidad y texturas al tacto más agradables. Los asientos ahora tienen un contorno renovado y espuma de mayor densidad, lo que incrementa el confort, especialmente en viajes largos. La tecnología es uno de los pilares de este modelo actualizado, con una pantalla digital de 8 pulgadas para el panel de instrumentos y una de 11 pulgadas en el sistema multimedia MyLink, que soporta navegación inalámbrica, proyección sin cables y respuesta rápida.
La conectividad también fue reforzada, incluyendo Wi-Fi nativo y aplicaciones de control remoto que permiten gestionar funciones del vehículo desde el smartphone.
Además, se incorporaron servicios avanzados de seguridad y apoyo a través de OnStar, destacando el nuevo sistema Safe Tracking, que ayuda a conductores en situaciones de vulnerabilidad.
En materia de desempeño, el Tracker incorpora nuevas calibraciones en la dirección eléctrica y suspensión, mejorando la respuesta en manejo y confort.
El motor sigue siendo el eficiente 1.2 litros turbo con inyección directa, que ahora entrega 132 caballos de potencia y 170 Nm de torque. Este motor permite ofrecer un equilibrio entre rendimiento y economía de combustible, características esenciales en el competitivo segmento de SUV compactos.
Actualmente, la gama del Tracker en Argentina está compuesta por cinco versiones. La opción con caja manual de cinco velocidades tiene un precio aproximado de 27.370 euros, mientras que las versiones con transmisión automática de seis velocidades se ubican entre aproximadamente 30.250 euros en la versión base LT, hasta cerca de 32.400 euros en la tope de línea Premier. La estrategia de Chevrolet de lanzar esta versión renovada apunta a seguir consolidando su liderazgo en el segmento, especialmente ante la creciente demanda de SUV en el país, que continúa siendo una de las categorías más pujantes del mercado automotor local.
Este lanzamiento se produce en un contexto donde la industria automotriz argentina ha visto una recuperación tras años de dificultades económicas, con una historia que se remonta a los primeros pasos de la producción de vehículos en el país en la década de 1950.
La actualidad muestra un panorama en el que las inversiones en plantas industriales nacionales juegan un papel fundamental para mantener la competitividad y responder a las necesidades de un mercado cada vez más exigente y conectado con las tendencias globales.