Una menor de dos años regresa a Venezuela después de ser separada de su madre en EE.UU. y la deportación de sus padres, en un caso que ha generado tensiones diplomáticas y acciones judiciales.
El pasado 14 de mayo de 2025, una niña de tan solo dos años retornó a Venezuela en medio de una controversia internacional que ha puesto en evidencia las complejidades del sistema migratorio y las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos.
La menor, cuya identidad no fue revelada por motivos de privacidad, había sido separada de su madre en un vuelo de repatriación en territorio estadounidense en abril, un hecho que fue denunciado por las autoridades venezolanas y familiares cercanos.
Según informes oficiales, la niña fue retirada de su madre antes de abordar un vuelo de retorno desde Texas hacia Venezuela, en un procedimiento que ha sido calificado por el gobierno venezolano como un secuestro.
La madre, Yorely Bernal, y su abuela, Raida Inciarte, acudieron al aeropuerto internacional Simón Bolívar en Maiquetía para recibir a la menor, quien llegó en un vuelo operado por la aerolínea estadounidense Omni Air International.
Este vuelo, que partió del estado de Texas, transportaba en total a 226 migrantes, entre ellos la niña y sus familiares.
El presidente Nicolás Maduro, en una declaración pública, expresó su agradecimiento al gobierno de Estados Unidos, específicamente al embajador Richard Grenell, por las gestiones realizadas para facilitar la devolución de la menor.
Maduro destacó que, aunque existen diferencias con el gobierno estadounidense, “es posible avanzar y resolver muchos asuntos con la bendición de Dios y el diálogo”.
Este caso no es aislado. La historia de la migración venezolana en los últimos años ha estado marcada por la crisis política, económica y social que ha obligado a millones de venezolanos a buscar refugio en otros países, principalmente en Estados Unidos, Colombia, Perú y Ecuador.
La deportación y repatriación de migrantes, en ocasiones, ha generado controversia, sobre todo cuando se reportan casos de separación familiar y violaciones a derechos humanos.
En este contexto, la situación de la niña venezolana ha adquirido una dimensión simbólica, representando la lucha por la protección de los derechos de los menores en conflictos migratorios.
La administración de Maduro ha anunciado que está trabajando para “rescatar” al padre de la menor, quien fue enviado a una prisión de máxima seguridad en El Salvador sin un proceso judicial transparente.
Según información oficial, el padre fue deportado en un procedimiento que, desde la perspectiva venezolana, careció de garantías legales.
El 5 de mayo pasado, Maduro expresó su esperanza de que un juez estadounidense reconozca la patria potestad y permita la reunificación familiar. La situación, además, ha puesto sobre la mesa la necesidad de fortalecer los mecanismos internacionales para la protección de los derechos de los niños en contextos de migración forzada.
El caso ha generado reacciones en diferentes ámbitos internacionales y de derechos humanos, que exigen mayor rigor en los procedimientos de deportación y el respeto a los derechos de los menores.
La comunidad internacional continúa observando con atención cómo evoluciona esta situación, que pone a prueba las relaciones diplomáticas y la cooperación entre países en temas sensibles como la migración y la protección infantil.
Mientras tanto, en Venezuela, la esperanza de que la familia pueda reunirse pronto se mantiene viva, y las gestiones diplomáticas siguen en marcha para revertir decisiones que han separado a una niña de su familia en un momento tan crucial de su vida.
La historia de este caso refleja las complejidades del sistema migratorio y la importancia de priorizar siempre el bienestar y los derechos de los niños en medio de fenómenos tan devastadores como las crisis migratorias internacionales.