Un exchef de la monarca británica comparte detalles sorprendentes sobre su alimentación y hábitos que le permitieron vivir casi un siglo, hasta los 96 años.

La longevidad de la reina Isabel II, quien falleció en 2022 a la edad de 96 años, ha sido objeto de muchas especulaciones y análisis. Sin embargo, un exchef que trabajó cerca de la monarca ha revelado que uno de los secretos para alcanzar una vida tan larga no solo residía en su genética, sino en sus hábitos alimenticios y estilo de vida.

Hace aproximadamente tres años, cuando la reina perdió la vida, se destacó que su certificado de defunción solo mencionaba 'vejez' como causa principal, sin registrar enfermedades específicas.

Esto llamó la atención de expertos y seguidores, quienes se preguntaron cuáles eran los factores que contribuían a su excepcional longevidad.

En una entrevista con el diario Telegraph, Darren McGrady, quien sirvió como chef personal de la reina durante muchos años, afirmó que la alimentación jugó un papel fundamental en su salud y longevidad.

McGrady comentó que, a diferencia de otros miembros de la familia real, la reina Isabel no era una apasionada de la gastronomía, sino que prefería comer con moderación y sencillez, enfocándose en nutrirse para mantenerse en buena forma.

Según sus palabras, la reina comía principalmente para vivir, no por placer. En contraste, el príncipe Felipe, su esposo, era un gran amante de la comida y solía pasar gran parte del día hablando sobre ella. La rutina alimenticia de la monarca incluía desayunos sencillos y nutritivos, almuerzos ligeros, meriendas y cenas saludables, que contribuían a su bienestar.

El desayuno habitual de la reina consistía en grandes tazones de fruta fresca y ensalada, una opción que aportaba vitaminas y minerales esenciales para comenzar el día con energía.

Para el almuerzo, prefería platos simples con pocos ingredientes, como lenguado a la parrilla acompañado de espinacas o zapallitos salteados. Estas opciones, bajas en grasas y ricas en nutrientes, apoyaban su salud cardiovascular y su longevidad.

A las 17:00 horas, la monarca solía disfrutar de un pequeño snack, que podía ser galletas de chocolate, pastel de jengibre o un trozo de chocolate acompañado de una infusión, proporcionando un momento de relax en su rutina diaria.

La cena, según McGrady, solía ser una porción de carne magra, como filete de ternera o venado, acompañada de salsa de whisky o champiñones, siempre buscando comidas equilibradas y nutritivas.

Para rematar el día, la reina tomaba una copa de Dubonnet con ginebra, una tradición que también formaba parte de su rutina de bienestar. La elección de bebidas alcohólicas moderadas y la moderación en las porciones ayudaron a mantenerla en buena salud durante casi un siglo.

El estilo de vida de la reina Isabel II, basado en hábitos alimenticios sencillos, ejercicio moderado y una actitud positiva, ha sido considerado un ejemplo para muchos.

Sus prácticas reflejan que, además de la genética, una alimentación equilibrada y hábitos saludables pueden marcar la diferencia en la longevidad.

Este descubrimiento aporta una nueva perspectiva sobre el cuidado personal y el envejecimiento saludable, demostrando que la disciplina y la moderación son claves para vivir una vida larga y plena.

La historia de la monarca británica continúa inspirando a generaciones, resaltando la importancia de cuidar de la salud en todas las etapas de la vida.