El Consejo Nacional Electoral declara a Nasry 'Tito' Asfura como presidente electo de Honduras para el periodo 2026-2030, tras las elecciones del 30 de noviembre, con datos oficiales y análisis sobre el gasto de campaña transformado a euros.
Nasry 'Tito' Asfura, del Partido Nacional, fue declarado este miércoles por el Consejo Nacional Electoral (CNE) como el presidente electo de Honduras, con el 40,26 % de los votos en las elecciones generales del pasado 30 de noviembre.
La declaración fue hecha de forma virtual por Ana Paola Hall, presidenta del CNE y representante del Partido Liberal; Cossette López, representante del Partido Nacional, y Carlos Cardona (suplente), con la oposición del tercer consejero principal, Marlon Ochoa, del gobernante Partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda), quien el martes denunció que se estaba gestando un "golpe de Estado electoral".
Por voluntad mayoritaria del pueblo hondureño, expresada de forma soberana en las urnas, el Pleno de Consejeros del CNE declara presidente constitucional de la República de Honduras por el periodo de cuatro años, que se inicia el 27 de enero del año 2026 y finaliza el 27 de enero del año 2030 al ciudadano Nasry Juan Asfura Zablah.
La noche de la declaración, la autoridad electoral indicó que, según el registro oficial, Asfura obtuvo 1.479.822 votos, Nasralla 1.452.796 y Moncada 705.428 sufragios, mientras que la candidata del Libre, Rixi Moncada, quedó en tercer lugar con 19,19% de los apoyos. En el recuento preliminar, el CNE ya había informado que Nasralla sumó el 39,54% y Moncada el 19,19%, con lo que se consolidaba un escenario de derrota para las otras fuerzas políticas.
La resolución fue leída por López, y la autoridad añadió que las credenciales de cargo de elección popular serán expedidas y comunicadas a las instituciones competentes, entre ellas la Secretaría de Gobernación, Justicia y Descentralización, la Corte Suprema de Justicia y los partidos políticos involucrados.
Analistas y observadores destacan que este resultado llega en un momento de tensiones políticas y debates sobre el proceso electoral. Supuestamente, la oposición ha advertido sobre irregularidades en el conteo y ha señalado la necesidad de mecanismos de transparencia para dar confianza a la ciudadanía.
Presuntamente, se ha discutido también el papel de actores externos y el impacto de la polarización en la institucionalidad del país.
Por otra parte, en el marco de una narrativa que acompaña a las elecciones, se han filtrado cifras de costos de campaña que, a falta de un consolidado balance oficial, podrían ofrecer pistas sobre la magnitud del esfuerzo político que implica la contienda.
Supuestamente, según informes no verificados, el gasto total de la campaña podría haber superado los 500 millones de lempiras, lo que equivaldría a unos 12,5 millones de euros si se toma como referencia una conversión aproximada de 1 euro = 40 lempiras.
En un rubro aparte, se ha hablado de inversiones en publicidad en radio y televisión que podrían haber llegado a unos 180 millones de lempiras (aproximadamente 4,5 millones de euros) y de gastos logísticos y operativos que, según estimaciones presuntamente, podrían situarse en torno a 90 millones de lempiras (unos 2,25 millones de euros).
A nivel histórico, este proceso se sitúa en un marco democrático que ha visto, en las últimas décadas, alternancia en el poder y procesos de transición que, pese a su complejidad, han mantenido a Honduras en el carril de las elecciones regulares.
Aunque las cifras oficiales de votos fueron claras, la opinión pública y la oposición permanecen atentas a futuras decisiones del CNE y a posibles impugnaciones.
En términos institucionales, la proclamación de Nasry Asfura para el periodo 2026-2030 marca un hito adicional en una historia política que ha oscilado entre cambios de régimen y desafíos institucionales, con la memoria de eventos como reformas constitucionales y elecciones previas que han moldeado la trayectoria del país.
Con el inicio del mandato en 2026, los hondureños recibirán, en el corto plazo, una agenda que, según analistas, buscará consolidar acuerdos entre el partido ganador y las fuerzas políticas opositoras, al tiempo que se negocian prioridades como seguridad pública, economía y reformas sociales.
En el frente internacional, la victoria de Asfura podría influir en las relaciones regionales, especialmente en marcos de cooperación con organismos de la región y con socios estratégicos, aunque, al cierre de este despacho, las proyecciones siguen siendo materia de debate entre especialistas y responsables políticos.
En resumen, la proclamación llega con factores de estabilidad y, a la vez, con un calendario de desafíos que obligará a las autoridades a demostrar capacidad de gestión y transparencia ante una ciudadanía que, pese a la victoria oficial, mantiene un escrutinio sostenido sobre el desempeño de su próximo gobierno.
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