La situación en Gaza ha llegado a niveles críticos, con más de un millón de personas en situación de hambruna, en un conflicto que presuntamente utiliza el hambre como arma de guerra, según la ONU. La comunidad internacional exige acciones urgentes para evitar una crisis aún mayor.
La crisis humanitaria en la Franja de Gaza se ha agravado de manera alarmante en las últimas semanas, con un número creciente de personas que enfrentan condiciones de hambruna severa.
Según informes de la ONU, presuntamente promovidos por la escalada del conflicto entre Israel y el movimiento islamista Hamás, más de 1,6 millones de gazatíes sufren de inseguridad alimentaria, lo que representa aproximadamente un tercio de la población total del enclave.
La declaración oficial de hambruna fue hecha en base a una evaluación realizada por la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (CIF), un sistema internacional que cuenta con respaldo de las Naciones Unidas y que categoriza la situación alimentaria en cinco fases.
La fase 5 indica hambruna, y presuntamente el norte de Gaza se encuentra en esa etapa, donde más de medio millón de personas enfrentan condiciones de crisis, caracterizadas por hambre extrema, indigencia y riesgo de muerte.
El resto de la población, aproximadamente 1,1 millones de personas, se encuentra en la fase 4, que corresponde a una emergencia alimentaria. Esto significa que en total, cerca del 70% de los habitantes de Gaza están en situaciones críticas, con privaciones severas en el acceso a alimentos básicos.
La situación se ha visto agravada por el bloqueo impuesto por Israel, que supuestamente impide el paso de suministros esenciales, incluso cuando estos se encuentran en la frontera israelí, a solo unos pocos metros de distancia.
Desde marzo pasado, cuando se rompió un alto el fuego de casi dos meses, la ayuda humanitaria ha sido sistemáticamente obstaculizada, generando un aumento en el número de muertes, en particular entre niños.
Se estima que en las últimas semanas han fallecido más de 200 personas, muchas de ellas menores de edad, como resultado directo de la falta de alimentos y suministros médicos.
El Secretario General Adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Tom Fletcher, hizo un llamado urgente a las autoridades israelíes, en particular al primer ministro Benjamin Netanyahu, para que permitan la apertura de los cruces fronterizos y el ingreso masivo de alimentos y ayuda.
Supuestamente, Fletcher también mantiene canales de comunicación con Estados Unidos, el principal aliado de Israel, para presionar en favor de una solución humanitaria.
Fletcher afirmó que, aunque algunos alimentos y suministros logran atravesar las fronteras, la cantidad es insuficiente y se acumula en las fronteras debido a las restricciones.
La proyección de la CIF indica que, si la situación no mejora, en los próximos meses se podría extender la hambruna hacia el centro y el sur de Gaza, afectando a más de 640,000 personas adicionales.
El impacto en los niños es particularmente grave. Se calcula que alrededor de 132,000 menores de cinco años sufrirán malnutrición aguda en mayo del próximo año, duplicando las cifras actuales. Esto los coloca en un alto riesgo de muerte, y muchos ya enfrentan condiciones de salud precarias.
Por su parte, el jefe de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, presuntamente ha responsabilizado directamente a Israel por esta crisis, señalando que el uso del hambre como método en un conflicto armado constituye un crimen de guerra.
La comunidad internacional sigue presionando para que se tomen medidas inmediatas y se permita la entrada de ayuda, con el objetivo de evitar una catástrofe aún mayor en Gaza, donde supuestamente la indiferencia y la complicidad están dejando a millones de personas al borde del abismo humanitario.