Las autoridades chinas han llevado a cabo la ejecución de un hombre condenado por el asesinato de una mujer que protegió a una madre y su hijo japoneses durante un ataque en Suzhou, en un caso que conmocionó a Japón y generó preocupación por la seguridad de sus ciudadanos en China.

En una decisión que ha generado controversia a nivel internacional, las autoridades de China llevaron a cabo la ejecución de Zhou Jiasheng, un hombre condenado por el asesinato de Hu Youping, una guía de autobús escolar que intentó salvar a una madre y su hijo japoneses durante un ataque ocurrido en la ciudad oriental de Suzhou.

La ejecución se realizó el mismo día que la confirmación oficial por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, que notificó a la Embajada de Japón en Pekín sobre la sentencia.

El incidente ocurrió el 24 de junio de 2024 en una parada de autobús frente a una escuela japonesa en Suzhou, una ciudad con una historia que se remonta a la antigüedad como uno de los centros comerciales más importantes del sur de China.

En ese momento, la madre japonesa y su hijo estaban esperando el transporte escolar cuando Zhou Jiasheng, impulsado por motivos económicos y personales, atacó con un arma blanca.

La agresión dejó heridas graves en la mujer y en el menor. La reacción rápida de Hu Youping, que en ese momento se encontraba en el lugar, fue fundamental para detener al agresor, aunque ella mismo fue apuñalada mortalmente en el proceso.

Este acto de valentía le valió a Hu un reconocimiento póstumo por parte de las autoridades locales, que le otorgaron un título honorífico en memoria de su heroísmo.

La tragedia no solo impactó a Japón, que expresó su profunda preocupación por la seguridad de sus ciudadanos en China, sino que también reavivó el debate sobre la protección de los extranjeros en el país asiático.

Zhou Jiasheng fue detenido poco después del ataque y enfrentó cargos de homicidio intencional en el Tribunal Intermedio Popular de Suzhou, que lo condenó a muerte en enero de 2025.

La sentencia fue ejecutada en la misma fecha que la notificación oficial, en un proceso que ha sido criticado por organizaciones internacionales de derechos humanos, aunque las autoridades chinas justifican su decisión argumentando que la ejecución es necesaria para mantener el orden y la seguridad pública.

El motivo del ataque, según se desprende del fallo judicial, estuvo relacionado con los problemas económicos que atravesaba Zhou, quien vivía en una situación de endeudamiento severo, aproximadamente equivalente a unos 10.000 euros, y su desesperación por la vida. La sentencia también reveló que Zhou había expresado en sus últimos momentos que no quería seguir viviendo, un indicio de su estado mental en aquel entonces.

Este caso no es aislado en la historia reciente de China, donde la justicia ha llevado a cabo varias ejecuciones en casos considerados graves, en línea con las políticas del gobierno para mantener el control social.

Sin embargo, la comunidad internacional sigue observando con atención estos procedimientos, especialmente en casos que involucran a extranjeros o delitos que generan gran impacto mediático.

La ejecución de Zhou Jiasheng marca un capítulo más en la compleja relación entre China y Japón, en un contexto donde la seguridad y los derechos humanos permanecen en el centro del debate global.