Más de 7,5 millones de bolivianos acuden a las urnas en unas elecciones donde la polarización y las acusaciones de manipulación marcan el ambiente político.
Este domingo, aproximadamente 7,5 millones de ciudadanos bolivianos están llamados a las urnas para votar en unas elecciones cruciales que definirán el rumbo del país en los próximos años.
La jornada electoral comienza a las 8:00 hora local y se realiza en un contexto de alta tensión política y social, con denuncias de campañas sucias y llamados al voto nulo que han sido presuntamente promovidos por diferentes actores políticos.
La contienda electoral en Bolivia, un país con una historia marcada por cambios políticos profundos y golpes de Estado en el pasado, se desarrolla en un escenario de incertidumbre, con una economía que atraviesa una de sus peores crisis en décadas.
La inflación alcanza cifras cercanas al 20%, y la escasez de dólares y combustibles ha generado un ambiente de preocupación entre la población.
Supuestamente, la campaña política en estos comicios ha estado marcada por una escalada de desinformación en redes sociales, donde se han difundido acusaciones infundadas y campañas de desprestigio contra los candidatos principales.
La alianza Unidad, que respalda al empresario opositor Samuel Doria Medina, ha denunciado públicamente una intensificación de la campaña sucia en su contra, supuestamente orquestada por el gobierno del presidente Luis Arce.
Doria Medina y otros opositores presuntamente han sido objeto de campañas de desprestigio que buscan minar su credibilidad.
Por su parte, el gobierno boliviano ha rechazado estas acusaciones, calificándolas de irresponsables y llamando a la calma. En un comunicado oficial, las autoridades hicieron un llamado a todas las fuerzas políticas a actuar con responsabilidad y a respetar los resultados electorales.
Sin embargo, sectores vinculados a expresidentes como Evo Morales han promovido el voto nulo, argumentando que si no participan, ningún candidato representa los intereses del pueblo, en un intento por generar deslegitimación del proceso.
Evo Morales, quien fue presidente de Bolivia desde 2006 hasta 2019 y actualmente no puede postularse por una restricción constitucional, lidera desde su bastión en el Trópico de Cochabamba una campaña para votar en nulo.
Supuestamente, Morales sostiene que si él no participa, ningún candidato logra representar verdaderamente a las bases populares. La estrategia ha generado controversia, y algunos analistas advierten que podría afectar la legitimidad del proceso.
Las autoridades electorales, incluyendo al Tribunal Supremo Electoral (TSE), han reforzado la seguridad en los centros de votación, en especial en zonas consideradas conflictivas.
En el Trópico de Cochabamba y Villa Tunari, supuestamente, las fuerzas del orden vigilan para prevenir incidentes. Miguel Sevilla, coordinador del Tribunal Departamental de Cochabamba, afirmó que todo el material electoral ingresó sin contratiempos y que se está garantizando el correcto llenado de las actas.
Las encuestas preelectorales indican que los principales contendientes son el opositor Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge 'Tuto' Quiroga, ambos con altas probabilidades de protagonizar una posible segunda vuelta.
Sin embargo, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) presenta una candidatura dividida, con Eduardo del Castillo como representante, aunque las encuestas sugieren que su apoyo sería mínimo, por debajo del 3%.
Esto podría significar la pérdida del poder para el partido de Morales, que ha gobernado Bolivia durante casi dos décadas.
En las elecciones también participan otros candidatos, como Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y militante del MAS, quien compite por la alianza Popular.
Sin embargo, los sondeos lo colocan en tercer o cuarto lugar, con un apoyo considerablemente menor. La ley electoral establece que solo los votos válidos determinarán al ganador, y en las encuestas, el voto nulo o en blanco alcanza aproximadamente un 30%, una cifra que puede influir en los resultados finales.
Bolivia llega a estos comicios en medio de una profunda crisis económica y social, con el país enfrentando desafíos históricos que podrían definir su futuro político.
La comunidad internacional observa con atención la jornada, en la esperanza de que se puedan celebrar unos comicios libres, transparentes y pacíficos, a pesar de las tensiones y acusaciones que han marcado la campaña.
Supuestamente, algunos analistas consideran que estos comicios podrían marcar un punto de inflexión en la historia reciente de Bolivia, abriendo la posibilidad de un cambio en el liderazgo y en las políticas que han caracterizado al país en las últimas décadas.
La participación ciudadana y el respeto por los resultados serán clave para determinar si Bolivia logra superar sus conflictos internos y avanzar hacia la estabilidad democrática.