La Agencia Vasca del Agua ha llevado a cabo trabajos de limpieza en la regata Mantzorriz, retirando madera muerta para mejorar el flujo del río y promover la biodiversidad, con una inversión de aproximadamente 3.100 euros.
En la región de Euskadi, la Agencia Vasca del Agua (URA), vinculada al Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno Vasco, ha culminado un proyecto de restauración en la regata Mantzorriz, ubicada en el barrio de Atela, en Mungía.
La iniciativa se centró en limpiar y recuperar el cauce de este río, que había sido afectado por acumulaciones de madera muerta y obstáculos naturales que impedían un flujo adecuado del agua y podían ocasionar problemas en épocas de lluvias intensas.
La intervención principal consistió en retirar una gran cantidad de madera en estado natural, principalmente ramas, raíces y troncos caídos, que había reducido considerablemente la sección hidráulica del cauce, aumentando el riesgo de desbordamientos.
Además, respecto a la vegetación, se detectó un sauce (Salix atrocinerea) de gran tamaño que había caído desde la margen izquierda, obstruyendo el paso del agua en su recorrido.
La madera extraída no se descartó, sino que fue reutilizada para construir un refugio destinado a la fauna, colocado en la margen derecha del río.
Este tipo de actuaciones no son solo tareas de saneamiento, sino estrategias esenciales para sostener y mejorar la salud de los ecosistemas fluviales.
La madera muerta, aunque a simple vista pueda parecer un obstáculo o un elemento que ensucia el paisaje, cumple una función ecológica fundamental. Es un componente natural del bosque de ribera, que ayuda a crear hábitats para especies animales, facilita la reproducción y ofrece alimento a diversas formas de vida acuática y terrestre.
La presencia de troncos, ramas y raíces en el río fomenta la biodiversidad y contribuye a mantener la estabilidad ecológica del entorno.
Es importante distinguir entre la madera muerta en estado natural y los residuos urbanos. La primera proviene de procesos naturales, caídos espontáneamente del bosque o por fenómenos climáticos, y no representa una amenaza para el medio ambiente, a diferencia de los desechos sólidos como plásticos, electrodomésticos, neumáticos o muebles, que contaminan y generan problemas sanitarios significativos.
La gestión de la madera en los ríos debe realizarse con criterio, considerando cada caso de forma individual. En zonas urbanas o con infraestructura próxima, es fundamental evaluar el riesgo y, si es necesario, retirar o recolocar la madera para evitar que las crecidas puedan arrastrarla y causar taponamientos en puentes, azudes u otras estructuras, lo que podría provocar inundaciones.
Sin embargo, en áreas menos intervenidas por la actividad humana, dejar que la madera natural permanezca en el cauce es una práctica recomendada y sostenible, que favorece los procesos ecológicos.
La inversión total en este proyecto fue de aproximadamente 3.100 euros, incluyendo impuestos, y se financió con fondos del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) correspondiente al período 2021-2027. Esta iniciativa refleja una tendencia creciente en la gestión ambiental que busca equilibrar la conservación de los ecosistemas con las necesidades de protección de infraestructuras y poblaciones urbanas.
En un contexto histórico, la restauración de ríos y la gestión de elementos naturales como la madera muerta han sido temas tratados desde hace décadas, con una mayor conciencia en la protección de la biodiversidad y la promoción de estrategias basadas en la ciencia.
La experiencia adquirida en regiones como Euskadi sirve como ejemplo para otras zonas donde la conservación de los ríos resulta crucial para garantizar recursos hídricos saludables y la preservación del medio natural en un mundo cada vez más alterado por la actividad humana.