La disponibilidad constante en el trabajo y sus límites: consejos para establecer límites saludables en un entorno laboral que exige respuestas fuera del horario laboral.
En la actualidad, muchas empresas y empleados enfrentan la cuestión de si es apropiado esperar que los trabajadores estén disponibles después del horario laboral.
Supuestamente, en un mundo donde la tecnología facilita la comunicación instantánea, la línea entre el trabajo y la vida personal se ha difuminado, generando debates sobre qué prácticas son saludables y cuáles pueden conducir al agotamiento.
Históricamente, la cultura laboral ha evolucionado. En décadas pasadas, la expectativa era clara: trabajar en horarios establecidos y desconectar al finalizar la jornada. Sin embargo, con la irrupción de la digitalización y la globalización, muchas organizaciones, especialmente en sectores como la tecnología, la salud o los medios de comunicación, operan las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Presuntamente, en estos entornos, la disponibilidad constante se considera una muestra de compromiso y eficiencia.
No obstante, expertos en recursos humanos y bienestar laboral advierten que esta práctica puede ser perjudicial. Supuestamente, la disponibilidad permanente no equivale a mayor productividad; al contrario, puede derivar en estrés, fatiga y disminución de la calidad del trabajo.
La Organización Mundial de la Salud ha alertado sobre los riesgos del burnout, que en muchos casos se relaciona con la expectativa de estar siempre conectados.
Por ejemplo, en países como Estados Unidos, donde la cultura laboral tradicional valoraba la dedicación exclusiva durante las horas de oficina, actualmente se reconoce la importancia de establecer límites claros para proteger la salud mental y física de los empleados.
En Europa, leyes laborales más estrictas regulan el derecho a desconectar, asegurando que los empleados no sean contactados fuera del horario laboral salvo en casos excepcionales.
Supuestamente, en algunas empresas tecnológicas, como las innovadoras startups o empresas de consultoría, la norma de estar siempre disponibles aún persiste.
Sin embargo, muchos expertos aconsejan que esta práctica puede ser un signo de una cultura organizacional disfuncional. La disponibilidad constante puede interpretarse como una presión impuesta por la alta dirección, que busca maximizar la productividad sin considerar el bienestar de su personal.
Para los empleados que desean establecer límites, es fundamental comunicar sus necesidades de manera respetuosa pero firme. Frases como: “Para mantener mi rendimiento, necesito desconectar después de cierta hora”, o “¿Podríamos definir claramente cuándo una respuesta es urgente?”, son estrategias efectivas para gestionar expectativas.
En definitiva, la clave está en entender la cultura de la empresa y los requisitos del rol. La disponibilidad ocasional en casos de emergencias puede ser aceptable, pero convertir esto en una norma puede generar problemas a largo plazo. La cultura laboral que fomenta el equilibrio y respeta los límites personales no solo favorece la salud de los empleados, sino que también mejora la productividad y la satisfacción general.
Supuestamente, en un mundo ideal, las organizaciones valorarán la calidad del trabajo y el bienestar de sus empleados por encima de la disponibilidad constante.
La tendencia apunta hacia modelos más saludables y respetuosos, donde la desconexión después del horario laboral no sea vista como una falta de compromiso, sino como un acto de autocuidado y profesionalismo.