Supuestamente, la compañía de análisis genéticos 23andMe ha entrado en un proceso de quiebra y fue vendida a una organización sin fines de lucro liderada por su exdirectora ejecutiva, lo que ha desatado debates sobre la protección de datos personales y la continuidad de los servicios de análisis genético. La venta, valorada en aproximadamente 280 millones de euros, reemplaza una oferta previa de 260 millones de euros por parte de una firma farmacéutica, y ha sido aprobada por un tribunal de quiebras. Aunque la compañía afirma que los usuarios podrán seguir eliminando sus datos y optando por no participar en investigaciones, supuestamente el incidente de seguridad ocurrido en 2023, que expuso los datos de casi 6.7 millones de clientes, ha puesto en duda la protección de la información sensible. La organización compradora, supuestamente, continuará permitiendo a los usuarios eliminar sus datos de forma permanente y ofrecerá asesoramiento sobre privacidad en un plazo de tres meses. La noticia también ha generado inquietudes sobre el uso de datos anónimos para investigaciones médicas, y si la venta afectará los derechos de los consumidores en diferentes estados de EE. UU., donde se presentaron demandas para bloquear la transferencia de datos. La historia de 23andMe, fundada en 2006, está marcada por su misión de democratizar el acceso a la información genética, pero también por controversias relacionadas con la seguridad y la privacidad, que ahora parecen intensificarse tras la venta y la quiebra. La percepción pública sobre la protección de la información personal en el ámbito de la genómica puede verse afectada, y expertos advierten sobre la necesidad de regulaciones más estrictas en la gestión de datos biológicos. La adquisición, que se espera complete en los próximos tres meses, ha sido vista por algunos analistas como una oportunidad para reforzar la misión social de la compañía, aunque otros temen que pueda significar una pérdida de control sobre los datos de los usuarios y un aumento en los riesgos de seguridad en el futuro cercano.

La empresa de análisis genéticos 23andMe, conocida por su popularidad en ofrecer información sobre el origen étnico y riesgos de salud a través del ADN, supuestamente ha entrado en un proceso de bancarrota que ha culminado con la venta de sus activos a una organización sin fines de lucro liderada por su exdirectora ejecutiva, Anne Wojcicki.

La operación, valorada en aproximadamente 260 millones de euros (equivalentes a 280 millones de dólares), fue aprobada recientemente por un tribunal de quiebras y ha generado una serie de debates sobre la protección de los datos personales y la continuidad de los servicios de análisis genético.

Supuestamente, la venta reemplaza una oferta previa de 240 millones de euros (260 millones de dólares) por parte de una importante firma farmacéutica, que buscaba adquirir las operaciones de investigación de la compañía.

Sin embargo, la organización compradora, que se llama TTAM Research Institute, anunció que continuará con la misión de 23andMe de entender el genoma humano y promover beneficios para la salud pública.

La organización también afirmó que permitirá a los usuarios eliminar sus datos de forma definitiva y continuará ofreciendo la opción de no participar en investigaciones, en línea con las políticas anteriores.

Además, se supuestamente establecerá un consejo asesor de privacidad para garantizar la protección de los datos de los usuarios.

El proceso de venta y reestructuración ha sido acompañado por controversias legales. En junio, veintisiete estados de EE. UU. y el Distrito de Columbia presentaron demandas en un tribunal federal para bloquear la transferencia de datos, argumentando que la venta violaba leyes de privacidad estatales.

A pesar de que la firma farmacéutica Regeneron, que inicialmente había ofertado 240 millones de euros, prometió respetar las políticas existentes, las autoridades temen posibles riesgos en la protección de datos sensibles.

Por otro lado, supuestamente en 2023, hackers lograron exponer los datos personales de casi 7 millones de clientes de 23andMe en un período de cinco meses, lo que representó un golpe importante a la reputación de la empresa y a la confianza de sus usuarios.

Este incidente ha despertado preocupaciones sobre la seguridad de los datos genéticos y la vulnerabilidad de las plataformas digitales en un contexto donde la información personal se vuelve cada vez más valiosa y vulnerable.

En respuesta a estos eventos, la organización adquiriente aseguró que continuará permitiendo a los usuarios eliminar su información genética y optarse por no participar en investigaciones futuras.

Además, planea implementar en los próximos tres meses un consejo de privacidad para asesorar sobre el uso de datos y la protección de los derechos de los clientes.

Sin embargo, expertos en protección de datos advierten que la venta de una compañía como 23andMe a una organización sin fines de lucro no garantiza la protección absoluta de la información sensible, y que la comunidad científica y los reguladores deben mantenerse vigilantes.

Históricamente, 23andMe ha sido pionera en la democratización del acceso a la información genética, pero también ha enfrentado críticas por su gestión de datos y por los incidentes de seguridad.

La reciente venta y quiebra pueden marcar un nuevo capítulo en su historia, con desafíos adicionales en la protección de los derechos de los usuarios y en la regulación del uso de datos genéticos en investigaciones médicas.

La percepción pública sobre la privacidad en el ámbito de la genómica podría verse afectada, y se espera que en los próximos meses las autoridades y consumidores exijan mayor transparencia y garantías en la protección de su información personal.