El aumento de incumplimientos en pagos de préstamos automotrices en EE.UU. refleja una creciente presión económica sobre los consumidores, con niveles que no se veían desde hace 15 años. Expertos advierten sobre posibles consecuencias para la economía y el mercado automotor.

En Estados Unidos, los incumplimientos en los pagos de préstamos para la adquisición de vehículos están alcanzando niveles que no se registraban desde hace más de una década y media.

Según un informe reciente de una organización dedicada a la defensa del consumidor, esta tendencia refleja una tensión económica cada vez mayor entre los ciudadanos, que se ven imposibilitados de mantener al día sus deudas automotrices.

Supuestamente, los datos indican que el número de impagos ha crecido de manera alarmante, afectando tanto a prestatarios con calificación crediticia baja como a quienes tienen un buen historial crediticio.

La cifra total de deuda automotriz en el país supera los 1,5 billones de dólares, aproximadamente 1,4 billones de euros, lo que evidencia la magnitud del problema.

El informe, titulado “El Auge de los Impagos en Préstamos de Auto y sus Consecuencias Económicas”, señala que el valor medio de los vehículos comprados ronda los 45.000 euros, un monto elevado que, sumado a los altos intereses y a las prolongadas cuotas —que en algunos casos alcanzan los siete años—, genera una carga financiera difícil de sostener para muchas familias.

El aumento en los incumplimientos se refleja también en las tasas de recuperación de autos, que han subido un 43% en los últimos dos años, alcanzando niveles que no se veían desde 2009, justo antes de la última crisis financiera mundial.

La situación se agrava por el incremento en los precios de los autos usados, que en junio de 2025 subieron un 6,3% respecto al año anterior, dificultando aún más la adquisición y mantenimiento de un vehículo.

Supuestamente, varias instituciones como la Comisión Federal de Protección al Consumidor (CFA, por sus siglas en inglés) han advertido que las prácticas abusivas en el mercado de créditos automotrices, incluyendo tasas de interés infladas y cargos ocultos, están contribuyendo a este aumento de impagos.

La organización ha enviado un informe a los legisladores, solicitando una regulación más estricta y mayor supervisión para evitar que las prácticas predatorias sigan perjudicando a los consumidores.

A pesar de las crecientes dificultades, las agencias reguladoras han reducido sus presupuestos y esfuerzos en la vigilancia del mercado, lo que, según expertos, favorece a las entidades financieras y a los concesionarios en detrimento de los derechos de los usuarios.

La falta de acción por parte de organismos como la Comisión Federal de Comercio (FTC) ha sido criticada, dado que, presuntamente, no han promovido sanciones relevantes contra prácticas fraudulentas o abusivas en el sector.

Por otro lado, la situación económica general, marcada por la inflación, el aumento de los costos de mantenimiento y las tasas de interés elevadas, ha llevado a que incluso aquellos con buena calificación crediticia caigan en retrasos en sus pagos.

Se estima que cerca del 20% de los nuevos préstamos para autos en 2025 tienen plazos superiores a los siete años, una tendencia que puede incrementar la vulnerabilidad de los prestatarios.

Supuestamente, casos como el de Erinn Compton, una mujer de Illinois, ejemplifican la problemática. Tras adquirir un coche en 2023 con un pago inicial de aproximadamente 1.600 euros y financiando cerca de 13.000 euros, sufrió problemas mecánicos y dificultades para cumplir con sus cuotas, lo que derivó en la pérdida del vehículo y en una situación de vulnerabilidad social y económica.

La historia de Compton refleja cómo una mala gestión del crédito puede arruinar la estabilidad de muchas familias.

Expertos advierten que, si esta tendencia continúa, podría desencadenar una crisis similar a la de 2008, afectando no solo a los consumidores sino también a la economía en general.

La relación entre la deuda automotriz y la economía estadounidense sigue siendo estrecha, y la falta de regulación efectiva podría agravar aún más la situación.

En conclusión, el aumento de los impagos en préstamos de coches en EE.UU. es un síntoma de un contexto económico complicado donde las familias luchan por mantener sus finanzas a flote. La comunidad y los reguladores deben tomar medidas urgentes para evitar que esta problemática se convierta en una crisis mayor, protegiendo así el bienestar de los consumidores y la estabilidad del mercado automotor.

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