Las recientes operaciones de deportación en Estados Unidos, desde estaciones de gasolina en Phoenix hasta obras de construcción en Tallahassee, han generado preocupación entre las empresas y economistas. Estos operativos, que en su mayoría se han centrado en California, amenazan con afectar negativamente el crecimiento económico a largo plazo debido a la posible disminución de la fuerza laboral inmigrante.
En los últimos meses, Estados Unidos ha visto un incremento notable en las operaciones de control migratorio, conocidas comúnmente como redadas migratorias, que abarcan desde estaciones de servicio en Phoenix hasta proyectos de construcción en Tallahassee.
Estas acciones, que en el pasado federalmente eran poco frecuentes en el ámbito empresarial, ahora se han intensificado, generando alarma entre los propietarios de negocios y sectores económicos clave.
La administración del expresidente Donald Trump, que inició una política de endurecimiento en materia migratoria, ha continuado y aumentado estas acciones bajo la actual administración, con particular énfasis en California.
Desde principios de año, las redadas en restaurantes, controles de tráfico y revisiones rutinarias de documentos legales se han convertido en una presencia constante, con el objetivo declarado de deportar a inmigrantes indocumentados y reforzar la seguridad en las fronteras.
Estas políticas, aunque cuentan con el apoyo de una parte significativa de la población estadounidense en las encuestas de opinión, han provocado también protestas y debates acalorados en el país.
Sin embargo, desde una perspectiva económica, expertos advierten que un descenso en la población inmigrante podría tener consecuencias negativas para la economía estadounidense.
La fuerza laboral inmigrante ha sido un pilar fundamental para sectores como la agricultura, la construcción y la hostelería, y su desaparición o reducción podría generar escasez de mano de obra, elevar los costos laborales y ralentizar el crecimiento económico.
Históricamente, Estados Unidos ha dependido de los inmigrantes para sostener su crecimiento económico. Desde la llegada de los primeros inmigrantes europeos en el siglo XVII, el país ha visto en la inmigración un motor esencial para su desarrollo industrial y tecnológico.
En la actualidad, aproximadamente el 17% de la población estadounidense es inmigrante, según datos de 2021, y contribuyen con alrededor del 20% del producto interno bruto (PIB), cifras que en euros equivaldrían a más de 17 billones de euros en valor estimado.
Por otro lado, la economía no solo se ve afectada por la cantidad de inmigrantes, sino también por las políticas que implementa el gobierno. Un ejemplo reciente es la propuesta de ley conocida como la “gran reforma fiscal”, que, según análisis independientes, beneficiará principalmente a las clases altas y a los grandes contribuyentes, en detrimento de las clases medias y bajas.
Se estima que estas reformas podrían aumentar la desigualdad y reducir el gasto en programas sociales, como Medicaid y asistencia alimentaria, que en Europa equivaldrían a miles de millones de euros destinados a la protección social.
En definitiva, las redadas migratorias y las políticas restrictivas en EE.UU. no solo generan controversia social, sino que también tienen un impacto directo en la economía. La historia ha demostrado que una política migratoria equilibrada puede potenciar el crecimiento y la innovación, mientras que las medidas extremas y la incertidumbre pueden limitar las oportunidades y ralentizar el desarrollo del país.
La economía estadounidense, que en euros equivale a más de 17 billones, podría verse seriamente afectada si continúa reduciéndose la presencia de inmigrantes en su mercado laboral, poniendo en riesgo su posición como una de las mayores economías del mundo.