Supuestamente, una operación de ICE en Georgia paraliza la producción de Hyundai, Kia y Genesis, poniendo en riesgo miles de empleos y el futuro de sus vehículos eléctricos en Estados Unidos. ¿Qué significa esto para los consumidores y el mercado automotor?
Recientemente, se ha reportado que la planta de Hyundai en Georgia ha sido objeto de una operación de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (ICE, por sus siglas en inglés), la cual presuntamente detuvo la producción de vehículos eléctricos (EV) en la instalación. Esta situación ha generado una gran incertidumbre en el mercado automotor y en los consumidores que esperan adquirir modelos eléctricos de Hyundai, Kia y Genesis.
Supuestamente, la operación ocurrió el 4 de septiembre en la planta conocida como Metaplant, ubicada en el estado de Georgia, una región que ha sido clave en la expansión de la industria automotriz en Estados Unidos.
La ICE detuvo a aproximadamente 475 empleados, acusándolos de estar trabajando ilegalmente en el país. La medida, que ha sorprendido a la industria, se produjo en medio de un contexto donde Hyundai había anunciado una inversión de aproximadamente 11.000 millones de euros para aumentar su capacidad de fabricación en EE.UU., incluyendo la producción de baterías y vehículos eléctricos.
La planta, que fue presentada como una de las mayores inversiones en la historia de Hyundai en Estados Unidos, tenía previsto producir hasta 500,000 vehículos híbridos y eléctricos anualmente.
Sin embargo, tras la operación, se ha informado que la producción se verá retrasada entre dos y tres meses, afectando no solo a Hyundai, sino también a sus marcas asociadas Kia y Genesis.
Supuestamente, este incidente podría tener repercusiones significativas en la disponibilidad de modelos EV en el mercado estadounidense y en la cadena de suministro global, especialmente si las operaciones en la planta no se reanudan pronto.
Se estima que Hyundai y Kia, que han visto un crecimiento en ventas de sus vehículos eléctricos en 2025, podrían experimentar una disminución en sus volúmenes de producción, afectando sus planes para lanzar nuevos modelos en los próximos meses.
Por ejemplo, en agosto, Hyundai vendió aproximadamente 22,000 unidades de sus modelos eléctricos, como el Ioniq 5 y el Ioniq 6, incrementando sus ventas en comparación con el año anterior.
La introducción del Ioniq 9, un SUV eléctrico de tamaño mediano, también ha sido un punto destacado en su estrategia. Sin embargo, con la posible interrupción en la producción, estas cifras podrían verse afectadas en los próximos trimestres.
El impacto en los consumidores será notable, ya que podrían experimentar demoras en la entrega de sus vehículos y un aumento en los precios debido a la escasez de stock.
Además, si Hyundai necesita importar baterías y componentes desde otros países, los costos podrían subir, repercutiendo en el precio final de los vehículos.
Supuestamente, algunos analistas creen que esta situación también podría influir en la percepción de seguridad y legalidad de las marcas coreanas en el mercado estadounidense, afectando su competitividad frente a rivales como Tesla, General Motors y Ford, que continúan expandiendo su presencia en el segmento eléctrico.
En el contexto histórico, es importante recordar que las relaciones entre Corea del Sur y EE.UU. en el sector industrial han sido generalmente sólidas, pero incidentes como este podrían poner a prueba esa colaboración. La inversión de Hyundai en Georgia simboliza un compromiso de largo plazo con el mercado estadounidense, pero eventos como la operación de ICE podrían generar dudas sobre la estabilidad de esas inversiones.
Por ahora, Hyundai y sus marcas afiliadas trabajan para resolver la situación, mientras que los empleados y consumidores aguardan noticias sobre cuándo podrán volver a la normalidad.
La industria automovilística se encuentra en un momento crucial, y cómo reaccionen las autoridades y la empresa en las próximas semanas será determinante para el futuro de la producción de EV en Estados Unidos.