Análisis sobre la posible burbuja en las acciones de IA y su impacto en el mercado, con datos convertidos a euros.
En 2025 el debate sobre una posible burbuja en las acciones vinculadas a la IA domina el panorama financiero. Aunque muchos analistas advierten sobre valoraciones excesivas, los inversores siguen comprando acciones relacionadas con IA. supuestamente, el entusiasmo responde a la promesa de una transformación tecnológica que podría generar ingresos sostenidos para años. A nivel de portafolio, un sondeo reciente de Motley Fool indica que el 93% de los inversores con acciones de IA planean mantener o ampliar sus posiciones durante el próximo año, mientras que un 7% calcula que podría reducir su exposición.
Este sesgo, si se suma a la fortaleza de las grandes tecnológicas, ha sido suficiente para sostener un impulso de precios incluso cuando las noticias sobre beneficios decepcionan a algunos analistas.
Presuntamente la narrativa de crecimiento de la IA se ha trasladado de un ámbito de investigación a un motor de beneficios que apunta a la productividad de casi todas las industrias.
Entre las compañías que han dominado el mercado en 2025 se encuentran el grupo conocido como las Magnificent Seven: Alphabet, Apple, Amazon, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla.
Su desempeño desde 2015 ha sido enorme: un incremento agregado de alrededor de 698% frente a un aumento de 178% del S&P 500, según datos de Motley Fool y otros observadores.
Aunque esa brecha respalda la percepción de que la IA ha sido un motor de crecimiento, los analistas advierten que las valoraciones han superado los fundamentos de forma preocupante.
El indicador CAPE para el S&P 500 rondaba a finales de 2024 en 40,59, un nivel históricamente alto y comparable a lo observado en momentos previos a burbujas de gran magnitud.
Supuestamente, estas métricas no predicen una ruptura inminente, pero alimentan la conversación sobre el estallido.
La economía de la IA también se sostiene sobre cifras monetarias que pesan en las cuentas de resultados y en las finanzas públicas. En el tercer trimestre de 2025 Nvidia reportó ingresos de 57 mil millones de dólares; al convertirlo a euros a un tipo de cambio de referencia de 0,92 EUR por 1 USD, eso equivale a aprox 52,4 mil millones de euros.
Esta cifra sirve como reflejo de la escala de negocio que empuja las valoraciones de mercado a niveles históricos. En paralelo, la deuda acumulada de las compañías de IA, según algunas proyecciones, podría superar el billón de dólares; a la tasa de conversión anterior, se traduciría en alrededor de 920 mil millones de euros.
Presuntamente estas cifras ilustran una economía basada en expectativas de crecimiento que podría no materializarse en la realidad de beneficios.
El análisis histórico no se puede olvidar. En el pasado, la burbuja de las punto com a finales de los años 90 y principios de 2000 dejó lecciones claras: cuando estalló, varias empresas tecnológicas se desplomaron y el mercado tecnológico reacomodó su valoración durante años.
No obstante, algunas empresas de ese periodo lograron reinventarse y prosperar en el largo plazo, un patrón que los defensores de la IA señalan como posible para las grandes firmas actuales, que diversifican hacia otros negocios y a menudo pueden sostenerse frente a una eventual corrección.
Los analistas señalan que si la burbuja de la IA estalla o pierde gas en los próximos años, el impacto podría ser más gradual que catastrófico, con caídas contenidas en algunos valores y menos en otros, dependiendo de la fortaleza de sus modelos de negocio, de su capacidad de generar ingresos recurrentes y de su capacidad de capital para sostener la inversión en IA.
En esa lectura, la clave para los inversores está en la resiliencia de ingresos y en una gestión disciplinada de la exposición al riesgo. Pero la historia reciente de mercados sugiere que mantener el rendimiento sostenido de estas compañías no depende solamente de su exposición tecnológica, sino de su habilidad para convertir esa promesa en valor concreto para los accionistas.
Si emergen nuevas regulaciones o un cambio en el apetito por el riesgo, la volatilidad podría aumentar en el corto plazo. En el largo plazo, la narrativa de la IA seguramente continuará siendo una fuerza disruptiva, pero el signo de la ruptura dependerá de la capacidad de las empresas para convertir inversiones en rendimientos reales.
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