Aprende cómo abordar las discrepancias entre tus tareas diarias y la descripción de tu trabajo de manera profesional y efectiva, y qué pasos seguir si tu rol ha cambiado significativamente en los últimos meses.
Cuando inicias un nuevo empleo, uno de los aspectos más importantes es entender claramente cuáles son tus responsabilidades y expectativas. Sin embargo, no es raro que, con el paso del tiempo, las tareas que realizas difieran de la descripción inicial de tu puesto. Este fenómeno puede deberse a cambios en la estructura organizacional, necesidades del negocio o incluso a una falta de comunicación efectiva. La pregunta que muchos empleados se plantean en estas situaciones es qué acciones deben tomar si, después de varios meses, sienten que sus funciones han evolucionado de manera significativa.
Históricamente, la evolución de los roles laborales ha sido constante. Desde la Revolución Industrial, la demanda de especialización y diversificación en el trabajo ha llevado a que las responsabilidades cambien y se adapten a las nuevas circunstancias del mercado.
En la actualidad, con la rápida digitalización y la globalización, estos cambios son aún más frecuentes. Por ejemplo, en los años 80, muchas tareas eran realizadas manualmente, mientras que ahora la tecnología ha automatizado procesos, permitiendo a los empleados asumir nuevas funciones o roles de mayor responsabilidad.
Cuando tu día a día se desvía de lo inicialmente acordado, lo recomendable es abordar la situación durante tu próxima evaluación anual. Este momento es ideal para dialogar sobre el desarrollo de tu rol y aclarar si las modificaciones en tus tareas corresponden a una expansión natural de tus funciones o si, por el contrario, hay un desajuste que debe corregirse.
Es importante no interpretar estos cambios como una señal de alarma, sino como una oportunidad para buscar claridad.
Antes de la reunión, prepárate documentando las diferencias principales entre tu descripción de trabajo original y las tareas que actualmente desempeñas.
Anota cuándo comenzaron estos cambios, qué responsabilidades has asumido y cuáles has dejado de realizar. Además, reflexiona si estas nuevas funciones te colocan en un nivel superior al inicialmente definido y si la compensación o el título profesional reflejan estas responsabilidades.
Es fundamental abordar la conversación de manera objetiva y profesional, exponiendo hechos concretos y ejemplos específicos. La idea no es quejarse, sino buscar un entendimiento mutuo y la alineación de expectativas. La mayoría de los gerentes valoran la iniciativa y la comunicación abierta, ya que esto contribuye a una mejor gestión del talento y a decisiones más acertadas en cuanto a asignación de recursos, desarrollo profesional y retribución.
En caso de que la conversación no dé los resultados esperados, la opción siguiente es acudir al departamento de Recursos Humanos. Ellos pueden ofrecer orientación adicional y mediar en la situación si es necesario. La comunicación efectiva y la proactividad son clave para evitar que estas discrepancias afecten tu motivación y rendimiento laboral.
Por otro lado, en un contexto donde las responsabilidades cambian, también puede surgir la cuestión de si deberías considerar un cambio de puesto o incluso de empresa.
La adaptación a nuevas funciones puede ser una oportunidad para adquirir habilidades valiosas y avanzar en tu carrera, pero siempre es fundamental que estas funciones sean justas y estén claramente definidas.
En definitiva, mantenerse atento a los cambios en el rol laboral y comunicarse de manera efectiva con los superiores son estrategias esenciales para gestionar tu desarrollo profesional.
La clave está en buscar un equilibrio donde tus tareas, tu compensación y tus oportunidades de crecimiento estén alineadas con tus expectativas y capacidades, garantizando así una trayectoria laboral satisfactoria y sostenible en el tiempo.
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